La increíble historia de la familia que desayunaba LSD

La madre asegura puede tener un mejor rendimiento cognitivo y que a su hijo le ayuda en el deporte.

Siempre las drogas han sido un tema polémico con opiniones divididas. Aunque la marihuana cada vez es más aceptada, hay otras que por el contrario la gente prefiere no consumir, ya sea por desconocimiento o porque considera que les pueden hacer daño.

Sin embargo, una cosa es consumir drogas de vez en cuando y otra muy distinta es tomarlas como si fuera el cereal de la mañana. Un poco así consumía LSD una familia de Silicon Valley, Estados Unidos, quienes consumían el ácido junto a sus hijos en el desayuno.

Habían consumido la droga en su juventud en los años ´60 pero con el tiempo dejaron de hacerlo. Ya pasado de los 50 años, esta mujer, que no da su nombre, se sentía agotada y recordó el efecto que le daba el LSD por lo que quiso volver a consumirlo.

Habló con mi marido, buscaron información y dieron con un libro llamado The Psychedelic Explorer’s Guide: Safe,Therapeutic, and Sacred Journeys, escrito por James Fadiman, uno de los pioneros en la investigación con sustancias psicodélicas. “Nos cambió la perspectiva sobre esta clase de estimulantes”, asegura.

“Con las microdosis los sentidos no se alteran, pero tus días son mejores. Puedo seguir con mi rutina habitual en casa y en el trabajo, pero con un mayor rendimiento cognitivo, equilibrio emocional y energía física. No busco experiencias visionarias, sino poder rendir al máximo sin llegar a casa totalmente consumida”, señala.

La mujer dice que lleva cuatro años tomando la dosis. “Lo hago siempre por la mañana, antes de desayunar. Y todavía no he encontrado ninguna razón de peso para dejar de hacerlo. Lo único que procuro es pasar dos días sin hacerlo cada cinco días para que mi cuerpo no genere tolerancia”.

Además señala que sus hijos también toman y que les ha ayudado para practicar deporte. “Tiene 34 años pero dice que cuando toma microdosis de LSD se siente como un chaval de 19. Puede hacer más repeticiones en el gimnasio, más kilómetros en bicicleta y escalar montañas más altas. Dice que no solo aumenta su potencia física y su habilidad, sino también su capacidad de sacrificio”, asegura.

“Mi hija es bailarina y profesora de yoga. Y desde que empezó a tomar las microdosis ha podido mejorar su técnica de baile y su capacidad de meditación. A menudo dice que es como si sus músculos y su alma se iluminaran para que sea más fácil acceder a ellos”, indica.

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