Si crees que es algo inofensivo, te equivocas rotundamente. Mira acá el porqué no debes hacerlo jamás.
Todos, al menos una vez en la vida, nos hemos hecho “sonar” o “tronar” los dedos. Para algunos es una forma de relajarse o incluso, una forma de poner incómodo a un compañero de trabajo por su sonido. El tema es que no lo debería hacer más y aquí te explico el porqué.
Nuestras articulaciones poseen un líquido (líquido sinovial) con gases (CO2-Monóxido de carbono, N2-Dinitrógeno, O2-Oxígeno diatómico) que sirve para lubricar las articulaciones y así evitar el desgaste de los huesos por su roce.
Al presionar las articulaciones, aumentamos el espacio entre los huesos y el espacio donde está el liquido sinovial, creando una presión que hace salir los gases en forma de burbujas. Es algo similar a lo que ocurre cuando destapamos una botella de gaseosa. Cuando la abrimos, la presión dentro de la botella disminuye y los gases disueltos dentro de la gaseosa salen de ella.