Cuando Michael Phelps estuvo a punto de hundirse para siempre en el fracaso

El atleta con más medallas en toda la historia de los Juegos Olímpicos, tuvo un periodo oscuro que lo tuvo al borde de retirarse de la actividad. 

Los Juegos Olímpicos Río 2016 están en su máximo esplendor. Los mejores atletas de todo el mundo listos para competir en la máxima cita deportiva, buscan cumplir su sueño de obtener alguna medalla. Sin embargo, en esta competencia ya hay deportistas consagrados que sólo buscan romper récords.

Un ejemplo de estos últimos es Michael Phelps, el nadador estadounidense que hasta la fecha ya acumula 25 medallas en su historial; 21 de ellas son de oro, de las cuales acaba de ganar 3 en sus primeras pruebas en Río de Janeiro. Su velocidad y agilidad en el agua no deja de asombrar y de generar portadas de rotativos alrededor del mundo.

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Sin embargo, el deportista con más medallas en los JJ.OO. tocó fondo después de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, edición donde ganó ocho medallas de oro, consagrándose como el máximo medallista de oro en una sola edición de los juegos.

Al parecer, luego de los logros conseguidos en Pekin, a Phelps se le habían quitado las ganas de competir y ganar trofeos ya que comenzó un camino de destrucción.  Fue arrestado por posesión de marihuana y tuvo varias relaciones fallidas. A finales de 2014, todo indicaba que la carrera y la vida del deportista iban directo al fracaso.

“Recuerdo que un día le dije: ‘Michael, tienes todo el dinero que cualquier persona de tu edad pueda querer o necesitar; tienes una profunda influencia en el mundo exterior; tienes tiempo libre… y a pesar de eso eres la persona más infeliz que conozco. ¿Qué pasa?’”, dijo su entrenador Bob Bowman en una artículo del New York Times de julio de este año.

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El último lunes de septiembre del 2014, luego de una noche de diversión en un casino, Michael pretendía regresar a su casa. No obstante, los 135 kilómetros por hora que alcanzó en algún tramo y una zigzagueante manera de manejar, le llevaron a prisión. Su nivel de alcohol en la sangre registró en 0,14 puntos, lo que significaba 0,06 más que el nivel admitido.

Este hecho deprimió al nadador, cuyos allegados le recomendaron que ingrese a The Meadows, un centro de rehabilitación en Wickenburg, Arizona. “Tenía mucho miedo al entrar. No estaba listo para ser vulnerable. Después de un par de días me dije a mí mismo: la pared se derrumbó. Entremos ahí y veamos qué está pasando”, manifestó el Phelps al NYT.

Según Marca, aquella mala experiencia implicó para esta figura de la natación una suspensión de seis meses, impuesta por la federación de su país. Ese tiempo y aproximadamente un año más, fueron necesarios para que Phelps se sometiera al tratamiento que le libró de sumergirse en las aguas profundas de un vicio que habría desprestigiado sus hazañas atléticas.

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Bowman, el instructor que ha entrenado a Michael por muchos años, nunca pensó ver a su pupilo afrontando una situación así, pero cuando lo visitó en The Meadows, él se dio cuenta que Phelps “ha escondido todo lo que lo hace humano durante 12 años. La rehabilitación lo hizo abrirse”.

El nadador, mientras tanto, destacó que el tratamiento le permitió conocerse a sí mismo, como un ser humano que comete este tipo de errores, y sintió la necesidad de reivindicarse personalmente para volver a destacarse deportivamente. “No quiero vivir el resto de mi vida con arrepentimientos”, señaló el atleta, quien después de Londres 2012 había anunciado su retiro, pero ahora en Brasil se está dando la oportunidad de resurgir.

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