Indiana es conocida por sus “Food deserts”, es decir, por los lugares donde es difícil acceder a la comida saludable, especialmente para las personas de bajos recursos que no tienen un vehículo para transportarse.
Esto sumado al alto número de locales de comida chatarra que no han dejado de masificarse en la zona.
Ante esta dura realidad, Jonathan Lawler decidió donar su cosecha de 220 toneladas de alimentos a las personas más necesitadas.
Esto luego de que se enterara del grave problema que ocurría a su alrededor, el que incluso lo llevó a concluir que podía convertir sus más de 12 hectáreas en un recurso para apoyar a sus coterráneos.
En Indiana, una de cada siete personas lucha con el hambre. En el centro del estado, donde va la mayoría de la ayuda de Jonathan, 150 mil personas tienen hambre o inseguridad alimentaria.
Lawler, además, creó un grupo de consultoría de transporte sin fines de lucro llamada Brandywine Creek Farms, asociándose con otras empresas para distribuir los alimentos.
“Alimentamos 70 mil a 80 mil personas cada mes, y queremos darles de comer bien… Los alimentos altamente nutritivos son los más difíciles de conseguir”, aseguró John Whitaker, director ejecutivo del Banco de Alimentos del Medio Oeste al que pertenece el hombre.
Para Lawler el proyecto tuvo un costo cercano a los $100 mil dólares sólo durante el primer año, por lo que se pidieron donaciones y se venderá el 10 por ciento de la producción para ayudar a compensar los costos.
Jonathan creó también un programa para enseñarles a los adolescentes en situación de riesgo a trabajar en la granja y otro para que los veteranos tengan sus propios terrenos y así masificar esta práctica.
¿Qué te parece esta noble iniciativa? Cuéntanos en los comentarios.