Durante casi 50 años nadie la pisó y todo el que hoy visita esta isla, podría considerarse muerto
Fue utilizada como lugar de pruebas de una poderosa arma química durante la II Guerra Mundial. Hasta hoy nadie la puede visitar.
En nuestro planeta casi no hay lugares donde el hombre no haya estado. Tanto en áridos desiertos, como en los más helados polos, el humano se ha encargado de dejar su huella en todos lados. Eso sí, no en todos lados su marca ha sido precisamente positiva.
La isla Gruinard, al noroeste de la costa escocesa, esconde una historia bastante horrible.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los británicos tenían miedo de las armas químicas que podían ocupar sus enemigos contra ellos, por lo que decidieron crear una y probarla en alguna isla de su propiedad.
La isla escogida fue Gruinard y en 1942 desalojaron el tranquilo lugar, para probar en 90 ovejas una poderosa arma biológica: el ántrax.
Tras esparcir la cepa ántrax Vollum 14578 en las ovejas, poco a poco, estas comenzaron a morir de infecciones. Los científicos concluyeron que tal arma sería fatal, y haría nula la posibilidad de vida en el lugar donde se ocupe el ántrax.
Al terminar la guerra el propietario de la isla solicitó al gobierno británico que le devolvieran su terreno. Sin embargo Gran Bretaña admitió que no podía, debido a la contaminación de la isla y que el proceso de limpieza llevaría un largo tiempo.
Mucho tiempo después, en 1981, un grupo de microbiólogos decidieron amenazar al gobierno británico con poner pedazos contaminados de tierra de la isla en puntos estratégicos para que la devolvieran. Esta operación, llamada Cosecha Oscura, tuvo éxito y en 1990 la isla por fin comenzó a ser descontaminada.
Los herederos legales de la isla decidieron comprarla en 500 libras, a pesar de su oscuro pasado.
¿Te atreverías a visitarla?