Estudios recientes han encontrado que el beso no es algo estrictamente instintivo y que, ni siquiera, es algo que practica el total de la humanidad.
El beso romántico, el beso del amor, el beso que triunfa por sobre todo lo demás, la primera expresión de cariño que nos propinamos cuando alguien nos gusta y nos corresponde, tiene muchas historias y se le atribuyen muchos poderes.
Desde el beso a la Bella Durmiente, para que despierte, hay miles de historias donde los amantes separados por el tiempo y la distancia triunfan sobre las adversidades con un beso. La llegada de uno de ellos al aeropuerto, tan común en las películas romántica, siempre es coronada con un beso.
Pero, sin embargo, estudios recientes han encontrado que el beso no es algo estrictamente instintivo y que, ni siquiera, es algo que practica el total de la humanidad.
Un estudio recogido por la BBC encontró que, luego de estudiar a 168 culturas diferentes, solo el 46% de las mismas utilizan el beso como una expresión amorosa. Incluso algunos lo ven con un poco de aprensión, como aquel compañero que nunca falta, al que le da asco el intercambio de fluidos bucales.
El beso entre amigos o parientes no está incluido en este estudio, pero en este caso el consenso es mucho mayor: el 90% utiliza este beso y lo considera una muestra de afecto fundamental.
Por lo tanto, el beso en la boca no representa un comportamiento inherente a la totalidad de nuestra especie. Además se sospecha que sus raíces históricas tampoco son tan lejanas.
Rafael Wlodarski, de la Universidad de Oxford, buscó pruebas en la arqueología y la historia y descubrió que el texto más viejo que lo nombra tiene 3.500 años, se encuentra escrito en sánscrito e indica que el beso es una forma de succionarle el alma a otra persona. Quizás ese es el origen de las leyendas de vampiros, solo que luego se trasladó al cuello.
Finalmente, parecería que en el olfato se encuentra la respuesta a por qué nos besamos.
Los hombres y mujeres, al ser mamíferos, compartimos nuestro comportamiento sexual con ellos. Para estos, resulta fundamental la captación de hormonas segregadas por otros animales, para captar la pareja más adecuada. La mayoría de los animales, entonces, busca este detalle a través del olfato, sin problema, olfateando a su pareja o a sus órganos sexuales.
Por supuesto que nosotros no podíamos rebajarnos a semejante comportamiento. Por ello se inventó el beso. Como una forma elegante, divertida y cercana de olfatearnos y sentir nuestras hormonas.
Así que, al fin y al cabo, el beso es algo que nos acerca a los animales, pero lo hace de una manera tan bonita, que es incapaz enojarse con él.