Estudiante logró descifrar enigma médico que torturó a una joven durante 5 años
Mackenzie Hild visitó a los mejores médicos de Estados Unidos para saber qué era lo que le provocaba un insoportable dolor cada vez que ingería alimentos, pero ninguno la pudo ayudar.
Durante cinco largos años, la vida de Mackenzie Hild sufrió uno de los procesos más fuertes por los que alguien podría pasar. Sus problemas comenzaron cuando tenía apenas 19 años, en 2010, y es que cada vez que comía, su estómago le generaba un inmenso dolor que la paralizaba durante varias horas.
Por aquel momento, Hild cursaba su segundo año de medicina en Harvard. Su impedimento para alimentarse llevaron a que la joven estudiante pesara tan solo 34 kilogramos, motivo por el que sus compañeros y círculos cercanos comenzaron a mostrar preocupación ante un eventual trastorno alimenticio por el que Mackenzie podría estar pasando.
La joven lloraba por explicar que no era bulimia ni anorexia lo que le sucedía. “No sabía cómo convencerles de que eso no estaba en mi cabeza, pero mientras más lo decía, más loca sonaba”, recuerda Hild. Comenzó a creer y autoconvencerse de que su afección se debía al estrés generado por sus estudios, la tensión y el perfeccionismo académico.
De todas formas, Mackenzie se sometió sin éxito alguno, a varias pruebas y tratamientos en los centros clínicos más prestigiosos del país. Nada lograba detectar qué era lo que realmente ocurría con su organismo y que le estaba llevando a una muerte segura.
Mientras los equipos médicos barajaban la concreta posibilidad de que la joven estuviera ocultando un trastorno psíquico alimentario y un traslado a un centro especializado, Hild continuaba perdiendo peso rápidamente y se le tuvo que instalar una sonda alimenticia conectada directamente a su intestino gracias a la que pudo seguir viviendo y recuperar aproximadamente 12 kilos.
“Me encantaba la universidad y estaba desesperada por volver. Pero todavía no había respuesta. Estaba recibiendo el 100% de mi alimentación por la nariz”, aclara Hild, que aún le quedaban tres años de pruebas, errores y sufrimiento. Se llegó incluso a plantear que la joven necesitaba un transplante de estómago. Sus padres encontraron una nueva esperanza gracias a un médico de la Universidad de California, que se especializó en casos complejos, indica el sitio Playground.
El profesional le solicitó a una de sus alumnas, Jessica Gould, que revisara el caso antes de comenzar a plantear hipótesis, “Mackenzie ya había visitado a algunos de los mejores expertos en algunos de los mejores hospitales del país. ¿Qué podía ofrecer yo como estudiante de Medicina?”, recordó Gould, quien tras una exhaustiva investigación logró dar con la respuesta que tanto buscaba Hild.
Se trataba del Síndrome del Ligamento Arcuato Medio (SLAM), en la que el intenso dolor después de cada comida se debe a la presión que se genera sobre el tronco celiaco, un sistema arterial que irriga de sangre al estómago y otros órganos cercanos. La enfermedad se había estudiado hace un siglo y se estima que está presente en el 10% de la población, pero que de ellos, solo un 1% presenta síntomas como los de la estudiante de Harvard.
Tras dos horas y media de cirugía, su vida cambió para siempre.
La prueba final de Hild fue un simple plato de huevos revueltos, que procedió a comer con gran temor. Para su sorpresa, el dolor no apareció ni en los minutos, ni en los meses que vendrían. Mackenzie Hild fue curada gracias al enorme esfuerzo de una “simple estudiante”.
Fotos: The Washington Post / Shutterstock