La conmovedora historia de Mimí: la dieron por muerta pero estuvo 38 años en el manicomio

Su madre llegó hasta el final de sus días bajo la mentira de que su hija había fallecido. Hoy se revela la verdad y sale a la luz uno de los engaños más crueles a la que una madre podría ser sometida.

Corría 1978, en plena dictadura militar argentina. Paula acude al hospital psiquiátrico Melchor Romero para visitar a Noemí, su hija que por aquellos días tenía 35 años, en una de las rutinas que ya tenía interiorizada como parte de su vida familiar. Su madre, y todos, siempre la llamaron cariñosamente Mimí.

“Ya no está, se fugó”, fue la fría sentencia que recibió en aquel fatídico viaje al centro hospitalario de La Plata. Los funcionarios del lugar le dijeron además que lo más probable era que Mimí había fallecido tras caer a un río cercano. Nadie tenía certeza de nada. Durante muchos años, Paula continuó con su rutina de visitas al Melchor Romero, esperanzada siempre con la idea de volver a ver a su hija. Los años pasaron, y hasta su muerte, Paula jamás terminó por convencerse del deceso de su hija.

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Y su madre tenía razón ya que Mimí seguía viva, específicamente en el centro psiquiátrico de Pergamino, a pocos kilómetros del hogar de Paula, y en donde estaba recluída desde 1978.

¿Qué fue lo que ocurrió? El gobierno local inauguraba a finales de los años 70 un nuevo hospital que incluía un pabellón psiquiátrico. Con la apertura de este centro asistencial, Pergamino aspiraba a convertirse en la cabecera de la “Región Sanitaria IV”, y captar de esta manera mayor cantidad de recursos provenientes desde el gobierno central de Argentina. Pero había un gran obstáculo, pues para conseguir tal categoría, necesitaban tener al menos 60 pacientes psiquiátricos en las instalaciones. Ante esto, la solución fue tanto burocrática como maquiavélica, pues se determinó ingresar dos autobuses llenos de “locos” en el nuevo centro asistencial, y entre los transferidos iba Mimí.

Noemí y las decenas de pacientes que alguna vez pasaron por ahí, no fueron más que una moneda de cambio para pagar favores políticos.

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Poco se sabe de la “vida pasada” de Mimí, antes de caer en la demencia. Hasta febrero de este año no contaba con cédula de identidad, condición que favoreció la creencia de que estaba muerta. En sus breves lapsos de lucidez, Mimí relata a los funcionarios que la atienden sobre aquellos días en que vivía con su madre, “¿Por qué nadie me visita?”, suele decir. Muchos aún creen que nadie la buscó, que a nadie le importa, que nadie sabe de su existencia, pero las enfermeras que trabajan ahí la quieren mucho, cuenta Primera Plana.

“Yo me la llevaría a mi casa (…) hacen todo para que no reciban amor. A mí me dicen, “llévatela, pero si se te muere vas presa vos”, imagínate.”cuenta una de las funcionarias.

Hoy, una esperanza renace tras años de abandono. La prima de su madre logró ubicarla y está planificando una visita con el propósito más noble que podría existir: decirle que sí existe gente preocupada por ella y dejar en claro que su madre jamás dejó de buscarla.

Fotos: Shutterstock

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