En el ámbito médico ha empezado a tomarse más en serio el problema que enfrentan algunas futuras mamás, quienes sufren por la inevitable subida de peso.
Si a hombres y mujeres nos preocupa mantener siempre una imagen decente y atractiva ante la sociedad, ese propósito puede verse “amenazado” para las damas cuando atraviesan un estado de gestación. Las consecuencias físicas del embarazo se manifiestan con los estragos y con cambios en la fisonomía de la mujer, los cuales angustian a más de una.
Es esa preocupación la que puede dar paso a la “Pregorexia”, palabra originada en la combinación de ‘pregnancy’ (embarazo en inglés) y anorexia, según se destaca en El País. Aunque no es todavía un aspecto médico definido oficialmente, es un asunto que cada vez cobra más relevancia para especialistas.
“Se calcula que hasta un 30% de las mujeres embarazadas no aumentan de peso correctamente durante el embarazo, aunque no existen datos ciertos sobre la incidencia de pregorexia en la población”, informó Fulvia Mancini, ginecóloga española.
Como la pregorexia tiene un origen psicológico, los primeros síntomas que puede presentar una mujer que la padezca se manifiestan mediante su comportamiento. Por ejemplo, se obsesiona por calcular las calorías que está consumiendo, procura comer solas, se empeña en cumplir intensa actividad deportiva, se induce el vómito o sencillamente intenta evadir su situación de embarazada.
No obstante, para Carmen Bayo, psiquiatra experta en la atención a madres y embarazadas con trastornos de alimentación, no es muy común que una mujer desarrolle trastornos de alimentación mientras está en espera de un bebé. Ella cree que si una mujer llega a padecer pregorexia, sería porque ya acarreaba algún desorden alimenticio desde antes, por lo que “esa sintomatología puede descender, continuar o agravarse durante el embarazo”.
Aunque el embarazo genera diversos efectos en el cuerpo de la mujer, dependiendo del organismo de cada una, Fulvia Mancini considera que en el proceso de gestación “una mujer con bajo peso es normal que gane entre 13 y 18 kg. Sin embargo, una mujer obesa debería ganar como mucho entre 5 y 9 kg y, para mujeres de peso normal, el estándar son 11-16 kg”.
Un desequilibrio alimenticio de una mujer embarazada puede ser causa de que padezca anemia, descalcificación de sus huesos, baja producción de leche durante el postparto o caída de cabello. Sin embargo, ella no va a ser la única afectada, ya que la criatura que crece en su vientre igualmente presentará problemas en su desarrollo.
La ginecóloga consultada acotó que “durante el primer trimestre, si la paciente no toma suplementos vitamínicos, aumenta el riesgo de alteraciones del tubo neural como la espina bífida, pero también aumenta la tasa de aborto espontáneo”. Y si la pregorexia se manifiesta a partir del cuarto mes, hay riesgo de un parto prematuro, retraso del desarrollo mental del bebé, una parálisis cerebral del pequeño, entre otras graves consecuencias que podrían desembocar en un fallecimiento del niño.
Pese a que este problema de salud no se presenta muy frecuentemente, es recomendable tomar las medidas preventivas necesarias. Es importante que toda mujer embarazada se someta a revisiones permanentes de su especialista de confianza y que disfrute a plenitud esa etapa de su vida.
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