Hombre apareció vivo en medio de los preparativos de su velorio

El hombre de 90 años salió de su casa como cada mañana y una serie de eventos inesperados causaron que todos creyeran que estaba muerto. 

Como todos los días, Cono Millán se levanta y recorre varias cuadras por las calles de su barrio, Estados Unidos, para llevarle el desayuno a su bisnieto con una vitalidad envidiable, considerando que tiene 90 años.

El anciano vive solo, toca el piano, poda árboles, anda en bicicleta y ayuda a cuidar a sus amigos que están viviendo malos momentos de salud.

Hace algunos días cumplió con su rutina matinal y hasta tuvo tiempo para visitar a un amigo enfermo, tras lo cual salió a realizar el resto de sus actividades.

En otro lugar de la ciudad, a la misma hora, un hombre mayor estaba comprando manzanas, cayó al suelo, la encargada del negocio llamó a emergencias, pero fue demasiado tarde para salvar la vida.

En eso, Alejandro Ruiz, un periodista de 33 años, quien vive cerca de la casa de Cono y trabaja al lado de la tienda, vio el cadáver y creyó estar viendo a su vecino. Minutos después llegó la nieta de Cono, quien entre lágrimas también supuso que el fallecido era su abuelo.

Esperaron unas dos horas a que llegara el forense, mientras que la familia se dispuso a realizar los trámites para el velorio y posterior funeral. Para ello fueron a buscar los documentos necesarios para dárselos a la empresa fúnebre. En la casa sólo quedó Pablo, el marido de la nieta de Cono.

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El reencuentro

En medio del duelo, Pablo creyó escuchar la voz de su abuelo político, lo que pensó que era sólo un delirio; consigna El País.

“Alcánzame las llaves del portón, me dejaron afuera. ¿Para qué trancaron la reja?”, le exigió la voz que creía que nunca más volvería escuchar. Se quedó sin habla.

Pablo abrió el portón, lo miró bien y cuando recobró la voz sólo atinó a decirle: “Te están velando, abuelo”. Todavía incrédulo, el joven le dio un gran abrazo a Cono, quien no entendía qué estaba pasando. En ese momento, aparecieron sus nietas que no podían creer lo que estaban viendo. Otra vez llegaron las lágrimas, aunque esta vez de pura alegría.

“Yo soy ateo, no creo en nada de esas cosas y no entendía lo que pasaba”, confesó Pablo.

Cono, por su parte, relató que “cuando el esposo de mi nieta me vio se quedó sin habla. Todos lloraban y yo pedía la llave de mi casa porque me dejaron afuera, se habían ido a la empresa fúnebre a hacer los trámites para velarme”.

“En septiembre voy a cumplir 91 años, estoy agradecido con el que me mandó al mundo. Quiero vivir muchos años más”, concluyó el anciano.