Perdió a su hijo y recibió un impensado gesto que la ayudó con su dolor

En medio de la conmoción por la repentina muerte de su hijo, Marisol recibió una mano amiga que jamás pensó que podría encontrar.

Hace una semana que Roberto Villanueva, de sólo 17 años, había recibido el diploma de soldador al arco, el que lamentablemente no alcanzó a disfrutar, puesto que mientras estaba en el living de su casa se desplomó en los brazos de su madre.

“El certificado de defunción dice que la causa del fallecimiento fue muerte súbita, una condición que también terminó con la vida de dos de mis hermanos”, contó su madre, Marisol Carrasco, a Las Últimas Noticias.

Conmocionada por el hecho, en el Servicio Médico Legal le explicaron a la mujer que debía buscar una funeraria, por lo que “fui inmediatamente al centro de la ciudad a cotizar. Lo más barato que me salía el servicio funerario más la urna eran $800.000”.

“Pero no tenía dinero. Incluso en un local le rogué a una señorita, le dije que le podía pagar una cuota y le dejaba mi casa en garantía, pero se negó. Se me cerraron todas las puertas en ese momento“, agregó Marisol.

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Pese a que todo parecía un callejón sin salida para esta madre, decidió entrar a un último lugar a preguntar, la funeraria “San Juan” de Antofagasta, cuyo dueño, Juan Alvarado, escuchó atento su historia y le pidió que eligiera una urna.

“Yo elegí la más bonita. Me dijo que costaba $800.000, pero que no me preocupara porque él me la regalaba, incluidos los servicios funerarios”, detalló la mujer, quien con los ojos llenos de lágrimas rebatió que podía darle una parte del dinero, a lo que el hombre insistió que era un regalo.

El dueño de la funeraria, por su parte, aclaró que la razón de su gesto fue que “la señora es humilde, llegó muerta en vida llorando a su hija de 17 años. En Antofagasta se burlan y abusan de la gente. Yo cobro la mitad del precio que las funerarias del centro y son las mismas urnas”.

“Yo sé lo que es pasar hambre, hasta los quince años comí pan dura. Como pago un arriendo bajo, puedo darme el lujo de jugar con los precios”, agregó Juan.

Días después de la muerte de su hijo Roberto, Marison se enteró que este dueño de funeraria había hecho lo mismo con otros vecinos.

“Yo estaba desesperada, no tenía dinero para enterrar a mi hijo, pero don Juan fue una bendición”, concluyó la mujer sobre el gesto que la ayudó a calmar, aunque sea en una pequeña parte, el dolor de perder a un familiar.