La insólita historia de dos hombres que le hicieron creer a todo un país que se contactaron con aliens
Durante casi 70 años el caso ha sido uno de los más emblemáticos de testimonios de vida extraterrestre, pero el FBI se encargó de revelar la verdad.
En junio de 1947, Harold Dahl, un estadounidense de la ciudad de Tacoma, Estados Unidos, fue protagonista de uno de los primeras experiencias de avistamiento alienígena y también de los más recordados de la historia moderna.
Todo comenzó cuando se encontraba de paseo en bote cerca de la isla de Maury, en compañía de algunos cercanos, cuando vio una “extraña flota de ovnis” en forma de rosquillas, de los cuales se desprendieron algunos objetos metálicos y se precipitaron en su bote.
Un día después, Fred Crisman, la primera persona que conversó Harold sobre el hecho, contó la increíble vivencia y lo ayudó a recoger otras partes que se desprendieron de los supuestos “platillos voladores”.
Ambos difundieron la rápidamente la historia, convirtiéndola en algo extremadamente popular en los medios de comunicación de la época, hasta el punto que se involucró el FBI que inició una investigación del caso.
Fred y Harold no sólo contaron cuán amigables eran los extraterrestres, sino que también crearon otro misterioso personaje que se convirtió en leyenda nacional y, posteriormente, del cine: el misterioso hombre de negro, quien apareció de la nada e insistía en no revelarle al público la experiencia.
Unas semanas después, Harold informó que el FBI se había llevado sus fragmentos OVNI, luego de que sufrieran un accidente aéreo cuando se trasladaban hacia una base secreta. Esto hizo que la historia se hiciera aún más popular, creando interés en los expertos de la ufología y convirtiéndose en lo que llamarían la primera prueba documentada de contacto con civilizaciones extraterrestres.
Así fue como los hombres se hicieron populares en los medios de comunicaciones, los que no se casaban de publicar todas y cada una de las novedades del caso; consigna ActualidadRT.
Sin embargo, después de casi 70 años del hecho, el FBI desclasificó una serie de informes que demuestran que mucha de la información presentada en aquel entonces no era cierta. Por ejemplo, el organismo nunca se apoderó de ningún objeto metálico tras el accidente de los hombres.
Sumado a esto, y con el fin de ahorrarse problemas con la justicia, Harold admitió que su historia no había sido más que un invento suyo.
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