Tuvo cáncer, un accidente, un infarto al corazón y su esposa le fue infiel con su padrino de bodas

A pesar de todas las tragedias que ha vivido Oliver Pugh, la vida le ha dado otra oportunidad.

La dramática historia de Oliver Pugh es digna de un guión de película. A sus 26 años ha tenido que sobreponerse a una infinidad de obstáculos. Desde una infidelidad hasta una enfermedad mortal.

Todo comenzó cuando en 2012 fue al médico por un examen de cadera y le diagnosticaron cáncer. Debió someterse a tres intervenciones para extirpar el tumor.

Sin embargo, debido a un error en el tratamiento, se le infectó la columna vertebral lo que derivó en meningitis. Si esto fuera poco, al tiempo después sufrió un accidente laboral en uno de sus pulgares. Su dedo se infectó y contrajo el virus SARM, lo que obligó a los médicos a tener que amputarle parte de su dedo de la mano izquierda.

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En 2015, su esposa le fue infiel con su amigo Joe, quien fue su padrino de bodas. “Yo estaba tomando medicamentos en ese tiempo y no podía conducir así que Grace quiso ir y fue tomarse unos tragos con él en su casa. Desde ahí en adelante me decía que salía a ver a su hermana o amigas. Nunca estaba en casa”, dijo al diario The Mirror.

Ante las sospechas, usó la aplicación Find My Iphone para saber dónde estaba su pareja y descubrió que se encontraba en la casa de Joe.

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“Incluso ahí pensé que había salido y se había emborrachado pero cuando volvió a casa le pregunté donde estaba y siguió mintiéndome. Le dije que sabía que ella había estado donde Joe. Ella comenzó a llorar y me dijo lo que había sucedido. Fui rápidamente a darme una vuelta a la casa de Joe y lo encontré con una sobredosis. Llamé a una ambulancia y le dije que si iba a continuar con mi esposa, entonces debía mantenerse alejado de mis hijos”, contó.

A los pocos días, sufrió un ataque al corazón mientras estaba conduciendo. Afortunadamente fue atendido por doctores que le dijeron que todo se debía al estrés acumulado.

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Tras esto, los males en su espalda volvieron por el tumor cancerígeno. La presión que generaba hizo que perdiera la movilidad y se quedó en silla de ruedas.

“Tuve que enfrentar el hecho de perder mis piernas y los doctores con el hecho de matar o curar”. Los médicos dijeron que iban a intentar quitar el tumor por última vez, a pesar de que había riesgo de dañar la espina dorsal de forma permanente.

A pesar de todo lo que ha sufrido Oliver, hoy la vida le ha dado una nueva oportunidad. Ahora es dueño de un bar y encontró una nueva pareja.

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