El pescado que es más caro que la cocaína y que se vende por miles de dólares el kilo

El pez es ampliamente cotizado por sus supuestas propiedades afrodisíacas y las mafias lo capturan para venderlo en Asia.

Lanchas poderosamente armadas surcan las olas de la zona norte del golfo de California, en México. No son piratas ni buscan asediar pueblos aledaños a Estados Unidos. Son pescadores ilegales y su objetivo es un botín que terminará en los paladares más finos de Asia.

La totoaba es una especie marina que se ha hecho un polémico renombre en los círculos gastronómicos internacionales debido a su escasez y lo costoso de su carne, del cual se utiliza un mínimo para fines comerciales.

La Totoaba alcanza en su adultez los 100 kilogramos y un largo de dos metros, pero a pesar de su enorme envergadura, los pescadores desechan la totalidad de su carne una vez que se le extrajo el “buche”, su vejiga natatoria, que regula la flotabilidad del pez en el agua. Esta vejiga es altamente cotizada en China, luego que se dejara de utilizar el mismo órgano del pez Bahaba, ya que la especie quedó al borde de la extinción. Luego de eso, los pescadores furtivos comenzaron a asechar a la Totoaba.

Los chinos utilizan la vejiga del Totoaba para aprovechar sus supuestas propiedades “milagrosas”. Aumentar la potencia sexual, disminución del colesterol, mejorar la circulación y embellecer la piel e incluso aumentar la longevidad son algunas de las características que supuestamente brinda el consumo de vejiga de totoaba. Hoy este plato se sirve en los restaurantes más exclusivos del gigante asiático y en los mercados el kilo llega a costar 60 mil dólares. Ya sea en caros restaurantes o mercados marinos, todas son conseguidas de manera ilegal.

La pesca de Totoaba está completamente prohibida desde 1975, pero la extracción de su vejiga continúa y con creces. Solo entre 2013 y 2014 se decomisaron 17 toneladas de la preciada porción de Totoaba. Se ha logrado identificar peligrosas redes de contrabando hacia el oriente que inician en la costa oeste de Estados Unidos, en las que incluso el narcotráfico ha metido sus manos, según reportes del IMCO, el Instituto Mexicano para la Competitividad.

Existen, en la costa noroccidental mexicana, numerosos pueblos que viven exclusivamente de la pesca de totoaba para las redes de tráfico. A sus humildes habitantes, los intermediarios asiáticos pagan al rededor de 500 dólares, muy por debajo de los 60.000 dólares que cuesta cada kilogramo. La falta de fiscalización y la corrupción han permitido la existencia simbiótica de pescadores y traficantes, además de la alarmante caída de un 95% de la población de Tototabas en las últimas décadas, según publicó el portal Gizmodo.

Fotos: Procuraduría Federal de Protección al Ambiente / WWF

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