¿Tu pareja dice pequeñas mentiras frecuentemente? Probablemente te salga con una sorpresa
Cuando decimos mentiras se activa la zona del cerebro llamada “amígdala”, la que está relacionada con las sensaciones de miedo y placer.
Todos en algún momento hemos recurrido a decir una “mentira piadosa” para lograr un cierto beneficio o quizás para no lastimar los sentimientos de otra persona. Este hecho que muchas veces apreciamos como insignificante puede transformarse a largo plazo en un grave problema.
Esto fue anunciado por científicos de la Universidad de Duke y la Universidad College de Londres, quienes realizaron una investigación sobre este tipo de mentiras y cómo nos pueden afectar. Los investigadores solicitaron a 55 personas que miraran frascos llenos de monedas y dijeran a sus parejas cuánto dinero había en el interior. A los involucrados se les recompensó monetariamente por mentir a su pareja.
A partir de este experimento, los expertos llegaron a las conclusión de que las personas que mentían a sus parejas eran mucho más propensas a repetir esta conducta a mayor escala. Esto debido a que cuando la recompensa en dinero se volvió un factor habitual, los estudiados sintieron que saldrían beneficiados al entregar respuestas falsas, motivo por el que mantuvieron esta negativa conducta.
A partir de esto determinaron que las personas al considerar que la mentira no es perjudicial, sino que trae una serie de beneficios, continuarán haciéndolo y lo podrían convertir en un hábito que irá incrementándose con el pasar del tiempo.
También, según consigna el portal Eslang, los investigadores concluyeron que al momento de decir estas “mentiras piadosas” se activa en nuestro cerebro la zona llamada “amígdala”, parte que tiene un estrecho vínculo con sensaciones como el miedo y el placer. Pero cuando somos constantes mentirosos y al activar con frecuencia este sector, este se estimula cada vez menos, motivo por el que los “mentirosos constantes” sienten menos remordimiento con el pasar del tiempo.
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Fotos: Shutterstock
