Hizo lo que muchos hacen en la ducha del gimnasio y ese ‘inocente’ acto casi le cuesta la vida

“Creo que lo único que me salvó fue el proceso de injerto experimental”, declaró el afectado, quien quiso compartir su caso para crear consciencia. 

Si hay una regla que todos deben respetar en el gimnasio es utilizar algún calzado a la hora de tomar una ducha. Sin embargo, hay quienes la omiten, ya sea a propósito o por un descuido, sin imaginar lo peligroso que esto puedes resultar.

Ese fue el caso de un auditor de la estación radial estadounidense The Buzz, quien de forma anónima quiso contar la historia que casi le cuesta la vida, con el fin de crear consciencia sobre los peligros que esconden los baños públicos.

“Todo comenzó cuando yo estaba entrenando para mi primera media maratón. Durante mi almuerzo, fui al gimnasio local a correr un poco. Nunca había corrido una distancia tan larga antes, así que quería asegurarme que estaba listo. Normalmente, me aseguro de tener todos mis suministros necesarios en mi bolso de gimnasio, aunque habían ocasiones en que había olvidado mis zapatillas para la ducha, pero no quería volver al trabajo sudoroso y maloliente, así que me he duchado descalzo”, contó el hombre.

Tras algunas ocasiones con este mal habito, el deportista se dio cuenta que tenía un punto en la parte inferior de su pie, el que le comenzó a picar y que tenía una textura diferente al resto de su piel.

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En un comienzo, pensó que solo se trataba de una verruga, por lo que no se preocupó demasiado. De hecho, dado que no quería dejar de lado su entrenamiento, el hombre buscó en Internet soluciones caseras para su problema. “Probé cinta adhesiva, cáscaras de plátano, vinagre y tratamientos con ácido de venta libre sin éxito. No fue hasta después de mi carrera, unos seis meses después, que fui a ver a alguien”, detalló.

“Mi médico comenzó a tratar mi verruga con cantiridina (…) La idea era conseguir que el cuerpo reconociera que estaba tratando con algo y matara la infección de forma natural. Cada semana iba al médico a aplicarme el tratamiento, soportando la ampolla y un dolor de días”, agregó.

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Durante unos cinco meses el hombre se sometió al procedimiento médico, tiempo en que una verruga se convirtió en cinco y que el tratamiento parecía no funcionar. Ante esto, decidió cambiar de doctor, quien le dio la misma solución, pero con una concentración más alta, causándole una inflamación que no le permitía apoyar el pie.

“Decidí que tenía suficiente y me sometí a una cirugía voluntariamente. Me operaron en febrero y la semana pasada (fines de abril) fue la primera vez que fui capaz de ponerme un zapato. No he podido ir al gimnasio, y he estado montando un scooter debido a las heridas abiertas de mi pie. Me sometí a una prueba de injerto de piel y, finalmente, las heridas están comenzando a cerrarse”, relató.

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Todo apunta a que en un mes más, es decir, en junio, el hombre pueda volver a caminar y retomar su vida normal, luego de casi dos años de estar al borde de perder su pie, junto con el riesgo de que el virus se expandiera al resto de su cuerpo.

“Háganse un favor, usen zapato en cualquier área pública donde hay agua. Este virus se desarrolla en esas áreas. Lo que da miedo es que el virus pude vivir durante más de dos años en superficies. Tenga cuidado con sus pies para que puedan cuidar de ti. Creo que lo único que me salvó fue el proceso de injerto experimental”, reflexionó el desconocido.

Fotos: Shutterstock / Reproducción The Buzz

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