La impactante historia del hombre que se inyecta veneno de serpiente pero no muere

Durante décadas, Steve Ludwin ha estado inyectándose dosis de las letales toxinas para “fortalecer y rejuvenecer su cuerpo”. Hoy, la ciencia ha depositado todas las esperanzas en estudiar su sangre.

Algunas personas beben café para mantenerse despiertos, otras deciden ingerir pastillas y golpes vitamínicos. Steve Ludwin prefiere inyectarse con muestras de veneno de las serpientes más letales del planeta, una rutina a la que ya está a acostumbrado a realizar sagradamente todas las semanas.

Y es que a sus 50 años de vida, Ludwin, quien además es músico de rock -ha colaborado con Placebo y Slash, entre otros- y originario de California, asegura no haber sufrido ningún tipo de resfrío o gripe en los últimos 13 años, y está completamente convencido que es gracias a su poco ortodoxa medicación, entre los múltiples beneficios de salud que asegura, le brinda el veneno de rastreros.

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Todas las semanas, juego tenis junto a un amigo que es mucho más joven que yo. Una hora antes de cada juego, me inyecto veneno de serpiente de cascabel, y me siento como si tuviera 23 años nuevamente (…) sé que puede ser trampa, pero tener tal energía a los 50 años es una experiencia surrealista”. Además, su organismo ha desarrollado inmunidad para las mordeduras venenosas.

Eso sí, admite que el proceso no es tan maravilloso como los resultados, pues hay inflamación y moretones luego de inyectar cada dosis, unos minutos de calor y sensación de quemadura. “Como ser picado por cientos de avispas durante algunos minutos”, dice según relata al periódico británico Daily Mail.

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La fascinación de Steve por las serpientes comenzó desde sus primeros años de vida. A los tres años pudo ver por primera vez una de ellas y años más tarde fue mordido por una inofensiva serpiente de jardín, lo que solo aumentó su fanatismo por este tipo de reptiles. A los 10, sus padres le regalaron una Boa como mascota.

En una ocasión, su padre lo llevó al Serpentario de Miami, donde conoció al mítico extractor de veneno Bill Haast, quien estaba convencido en el poder terapéutico de las toxinas y que colaboró con cientos de investigadores en el desarrollo de curas para mordidas de serpiente. Haast fue mordido por las especies más peligrosas en 172 ocasiones. Murió tranquilamente a los cien años y jamás se enfermó.

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Hoy, Ludwin reside en Londres, se dedica a la extracción de venenos gracias a las técnicas heredadas de Haast. Además colabora con científicos de la Universidad de Copenhagen en antídotos específicos para los ataques de serpiente. Utilizando los anticuerpos que su organismo ha producido en cada mordedura de serpiente, los investigadores buscarán evitar millones de muertes al año producto de este tipo de incidentes, además de frenar la Enfermedad de Alzheimer en sus primeras etapas.

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Gracias a sus colaboraciones con la ciencia, Steve cree que puede “morir con una sonrisa”. “Logré hacer algo positivo para la humanidad, y eso me hace sentir muy bien”.

Fotos: capturas de Youtube

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