Le dijeron que su hija había nacido muerta, pero 26 años después se enteró de la cruda verdad

Las cosas nunca fueron como le contaron en 1987, pero tuvo que esperar más de dos décadas para conocer todos los detalles.

“Me aplicaron una inyección y me dejaron sola en una habitación fría y oscura, con unos dolores insoportables: ahí nació mi bebé, muero, según me dijeron”. Con esas palabras, Karina recuerda la noche en que se convirtió en madre a los 14 años, luego de que quedara embarazada de su novio de adolescencia.

Temerosa de la reacción de su familia, decidió contárselo sólo a su madre y en una parada de colectivos, para que no le pegara. Ante la noticia, su mamá decidió que lo mejor era ocultárselo a todo el mundo, incluyendo a su papá, quien siempre estaba fuera por temas laborales. “Si le pasa algo a él, te vas a sentir culpable”, le alertó su progenitora.

Tal fue la decisión de la madre de Karina que nada se filtrara que decidió llevarla a la casa particular de una doctora, quien la revisó y le preguntó cuánto tiempo de gestación tenía.

 “Al tiempo volvimos a ir y me aplicó una inyección. Al día siguiente, el 10 de abril de 1987, me empecé a sentir mal y regresamos a lo de esta mujer. Me dejaron sola con trabajo de parto en una habitación fría y oscura, con dolores insoportables”, recordó en conversación con La Nación.

Tras algunos minutos, la mujer logró dar a la luz, pero en ese momento tuvo que enfrentarse a uno de los momentos más duros de su vida, cuando preguntó por el bebé y le informaron que había nacido sin vida.

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Pero eso no es todo, ya que al poco rato de haber terminado el trabajo de parto, le pidieron que se se vistiera para que acompañara a un señor que la dejaría en la casa de una amiga de su mamá, donde le revelaron que tenía 5 meses de embrazo y, por eso, el recién nacido había muerto. “Con eso me quedé, crecí, me casé y tuve dos hijos”, apuntó la oriunda de Argentina.

Así fue como su vida siguió, aunque muchos recuerdos quedaron en su memoria, hasta el punto que tuvo que aprender a bloquearlos, guardándose la terrible experiencia sólo para ella.

“Cada 10 de abril me preguntaba si estaría viva y donde estaría; siempre presentí que era una nena y que estaba viva, iba a llamarla Soledad”, aseguró Karina que recién a sus 38 años fue al psicólogo para enfrentar lo que durante tanto tiempo escondió.

“Lo primero que le conté fue mi historia. Ella me preguntó dónde estaba enterrado mi bebé y si tenía el certificado de defunción. Me puse a llorar, nunca me lo había planteado”, narró la argentina, quien tras eso comenzó a hacer las investigaciones del caso.

Asimismo, decidió contarle a su familia, con el fin de que la búsqueda se convirtiera en una causa de todos. Tras un tiempo, Karina descubrió que su bebé no sólo estaba viva, sino que estaba inscrita como hija biológica de otra persona. El paso siguiente fue buscar a la partera y a la amiga de su madre, ambas negaron todo y aseguraron que su historia era mentira.

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Pero eso no le quitó la esperanza y decidió hacer su último intento el 18 de marzo de 2013, cuando publicó su historia en un página de Facebook llamada “Hijos biológicos que buscan su identidad”. Recibió mensajes y conoció a dos chicas, pero ninguna era su heredera. Días después, otra muchacha le escribió desde otro punto de Argentina, diciéndole que su historia coincidía con lo que ella sabía de su hermana.

“Al día siguiente me llamó su papá y quedamos en volver a hablar al otro día. Me enteré que se llamaba María Celeste Pareto, que tenía 26 años y ya era mamá. ¡La veíamos tan parecida a mí!”, contó la mujer.

En ese momento, la joven también se enteró de la verdad de su origen. “Para ella fue un balde de agua helada, porque le habían dicho que su madre había muerto y que los abuelos la regalaron”, apuntó.

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Tras varios encuentros, las mujeres se sometieron a una prueba de ADN, cuyo resultado apuntó un 99.96% de compatibilidad. Ya no habían dudas, eran madre e hija. Todo lo que les habían contado era una mentira y lograron estar juntas una vez más.

Y aunque eso debería ser el fin de la historia, lo cierto es que Karina sigue buscando justicia. “Mi hija fue vendida a una pareja en Quilmes (Argentina), Silvia y Roberto. Tengo un ADN a mi favor. Quiero que se reconozca legalmente que ella es mi hija, que le anulen la partida de nacimiento, porque la madre biológica soy yo. Para eso necesito un abogado especialista en derechos humanos y familia, pero no puedo pagarlo”, es la llamada de ayuda de la mujer.

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Fotos: Reproducción La Nación

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