Sin pareja y sin hijos: por qué cada vez más personas eligen una vida solitaria

Cada vez más personas prefieren evitar los compromisos. Por qué está socialmente “mal visto” que una persona opte por la soledad y cuáles son sus ventajas.

El sueño de vivir solo no es ajeno a casi ningún joven en la actualidad. La fantasía de irse de la casa de los padres y ser dueño de los tiempos propios -de comer cuando se tenga hambre y dormir cuando se tenga sueño, por ejemplo- tienta a más de uno en cuanto el primer trabajo comienza a dar sus frutos.

Hoy en día es más frecuente ver que una persona decide irse a vivir sola y más aún, elige estar sin compromisos de pareja ni hijos. Existen diversas causas para ello, como la posibilidad de improvisar planes sobre la marcha o de tener mayor intimidad, o quizás realizar un camino y aprendizaje interno.

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“Antes que nada, se debería desmitificar la palabra soledad. Tengamos en cuenta que hay que quitarle las connotaciones negativas que puede tener; estar en soledad no es estar apartado del mundo, de las personas, ser ermitaño, no tener relaciones afectivas. Tampoco es necesario relacionarla con algo depresivo, sino que habría que comprender que elegir la soledad puede ser también un camino, una elección y una alternativa para el encuentro con uno mismo, el contacto con esa parte nuestra que no logramos contactar o el desarrollo de aspectos personales que queremos mejorar”. Así analizó el fenómeno Damián Cardoso, de la Asociación Argentina de Counselors.

Siguiendo con esta idea, el especialista sugirió hablar de “cohabitar” como contrapartida a “vivir solo”, y destacó que “esa es la mejor forma de diferenciar un estilo de vida que no está marcado por la soledad sino por una propia decisión y una búsqueda”.

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Consultado sobre por qué está mal visto que una persona elija vivir sola, el consultor psicológico de la misma entidad, Guillermo Martín consideró que “hace unos años, cuando una persona elegía vivir sola se interpretaba como indicador de algún problema, ya sea de tipo psicológico, sexual o social”. “En esos tiempos -continuó-, una elección de ese tipo se oponía al modelo de familia imperante, eso lo hacía poco aceptable socialmente. La casa, el hogar, era un componente central para la conformación de ese grupo primario”.

Hay que considerar también una cuestión de género. No era lo mismo que un varón eligiera vivir solo a que lo hiciera una mujer. En este último caso, según Martín, “se cernían sobre ella las sospechas de ser frígida, solterona, promiscua u homosexual”.

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En la actualidad vivir solo es una práctica normal. Puede buscarse la causa de este cambio en que el concepto de familia es diferente, que la mujer tiene independencia económica y mayor independencia sexual. Es común que existan parejas que no conviven, sino que cada quien conserva su lugar privado.

Podría pensarse, también, que en una época de hacinamiento se vuelve una práctica saludable contar con un lugar donde tener privacidad. Para Cardoso, “hay que tener en cuenta que las personas pueden optar por dedicarse a sí mismas, a desarrollarse profesionalmente, a tener viajes de negocios o de placer, incluso quizás a dedicarles horas extras al trabajo, todo esto sin tener que pensar en que, si hacen esto, podrían descuidar sus relaciones afectivas”.

“Digamos que hay una tendencia de las personas a descubrir su propia libertad sin estar atados a compromisos, realizar proyectos o tomar decisiones sin pensar por otros -profundizó-. En este punto, nos surge la idea de la búsqueda del bienestar individual y es ahí, si comprendemos esta noción, que podemos descubrir que soledad como elección, por momentos, puede ser una gran aliada”.

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Está claro que el asunto no es generar la dicotomía “soledad vs. vida de relación”, sino marcar la validez de la elección de vivir solos en determinados momentos de la vida. “Nos referimos también a muchas personas mayores que necesitan y eligen dar este giro, y no sólo a los jóvenes que deciden vivir solos (y aclaramos que solos no es igual a alejados del mundo sino ‘habitándolo’ solos)”, insistió.

Para finalizar, sobre los principales pros y contras de vivir solo, Martín destacó: “Si no tenemos en cuenta los perros y gatos de compañía que suelen cohabitar con ellos, vivir solos tiene la ventaja de gozar de momentos de privacidad, libertad, tranquilidad, autodeterminación. Poder hacer lo que te venga en ganas sin dar explicaciones por ello. Las contras que podríamos citar, en general, es que al vivir solos tenemos que ocuparnos de todo, no podemos compartir las responsabilidades. Depende de cada persona la forma de satisfacer su necesidad de afecto”.

Infobae

Fotos: Shutterstock

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