Un mozo le llamó la atención a su hija mientras pedían comida y ella se descargó con una sincera carta

Lucy y su hija ordenaban comida en un restaurante cuando el mozo tuvo una desafortunada reacción al ver a la niña cantar. Esto fue lo que ocurrió.

Los niños suelen ser revoltosos. Es parte de su esencia y aprendizaje. La curiosidad, sus preguntas, sus palabras y acciones son parte de la exploración del mundo. Pero qué ocurre cuando un desconocido regaña a un hijo. ¿Está bien eso?

Lucy Cotterill se paralizó cuando un mozo de un restaurante al que acudió con su hija en Birmingham, Inglaterra, le llamó la atención a su hija porque estaba cantando dentro del local. La mujer, paralizada, no atinó a recriminar al empleado por su actuar. Sin embargo, horas después decidió escribir una carta en su blog dedicada al hombre que la atendió, cuenta el Huffington Post.

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“Hoy fue un día interesante. Como mi hija empieza el colegio en septiembre, quería intentar aprovechar al máximo los últimos días que nos quedaban juntas. Salimos de casa a las 10 y pasamos la mañana en la biblioteca e hicimos compras; así que para el almuerzo estábamos muertas de hambre.

Para aquellos que no conocen a mi hija… la palabra que mejor la describe es ‘enérgica’. Está llena de vida, siempre está contenta, siempre está riéndose, cantando, bailando… pero a veces puede ser MUY inquieta. En ocasiones me pregunto si las instrucciones que salen de mi boca llegan a sus oídos, pero tiene solo cuatro años y está viviendo la vida al máximo. Normalmente tengo que pedirle que no haga ruido y, a veces, me gustaría que viniera con un control remoto para bajarle el volumen. Y también la reto. Creo que es importante que aprenda que hay ciertos límites y que vea que los modales son importantes. También me gusta que los demás vean que la corrijo cuando hace algo mal…

Pero ¿es apropiado que otra persona rete a mi hija?

Si es un miembro de la familia, sí, por supuesto. Mi papá y mi hermana la retan si hace algo mal y yo no digo ni mu.

¿Si es un amigo? Pues también. Si se está portando mal o si está poniéndose o poniendo al hijo de mi amigo en una situación en la que no debería estar, no tengo ningún problema en que mi amigo le diga que pare.

Pero… ¿un mozo? ¿Por una tontería? No. Lo siento, pero no me parece bien.

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Hoy me mordí la lengua cuando un mozo, el que nos sirvió la comida a mi hija y a mí, retó no solo a mi hija, sino también a un grupo de chicos que teníamos a la derecha.

Cuando vino a tomar el pedido, mi hija estaba cantando. No se trataba de ninguna canción ofensiva, ni estaba gritando; estaba cantando ‘You Are My Sunshine’, supongo que por la actuación de la graduación de preescolar, ya que lleva un mes cantándola una y otra vez.

Cuando estaba diciéndole lo que queríamos pedir, el mozo la miró y le ha dicho: ‘Deja de cantar, que no escucho a tu mamá’. Ni siquiera lo dijo sonriendo, fue muy cortante. Tengo que reconocer que mi hija dejó de cantar (y volvió a empezar en cuanto el mozo se fue).

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En ese momento no lo pensé mucho, pero cuando lo escuché retar a otro grupo de chicos —’Siéntense, chicos, que ya casi está la comida’— que hacía unos minutos estaban sentados con sus padres, empecé a enojarme.

No había ni rastro de amabilidad, ni siquiera de una sonrisa apretando los dientes en su ‘Vamos, chicos, que la comida está en camino’.

No era el mejor día de su vida, y se notaba.

Aunque entiendo que para algunas personas lo ideal sería que los niños fueran capaces de sentarse, estar quietos y ponerse a dibujar sin hacer ruido, la mayoría de los padres sabemos que eso no es lo habitual. Ya nos pasó una vez, y no creo que vaya a volver a pasarnos próximamente.

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Y resulta que, además, me gusta que mi hija cante. No cantaba a gritos, no era peligroso, no era invasivo; no era más que una niña de cuatro años que la estaba pasando bien. Estábamos en un restaurante familiar a la hora de comer. Si no te gustan los niños, lo siento, querido mozo, pero estás en el trabajo equivocado. Yo trabajé en el mundo de la hotelería durante muchos años y me enseñaron a tratar siempre con respeto a los clientes, por mucho que me sacaran de mis casillas.

Y en cuanto a su propina…

La usé para comprarle a mi hija un huevo sorpresa, gracias”.

Fotos: Twitter / Real Mum Review

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