Los efectos de las desconexiones reales producto de la tecnoadición a móviles y redes sociales

Nomofobia y tecnoadicción cobran fuerza en una sociedad adicta a los móviles, en Chile, este fenómeno crece día a día con 7,9 millones de usuarios de smartphones, siendo número uno en Latinoamérica.

Basta con subirse al transporte público, mirar adentro de un restaurant, ir a un recital, o inclusive dentro del cine o personas conduciendo un automóvil, para ver lo dependientes que están de sus respectivos smartphones y cómo esto ha llevado a una pérdida de las conexiones reales y verdaderas entre la gente. Se habla de que esta conectividad fomenta la comunicación entre la gente, y por otro lado, que es un fenómeno que está separando a la sociedad. Pero lo que es un hecho concreto, es que la tecnología se ha vuelto parte trascendente de nuestro día a día.

Si bien en un primer análisis esta dependencia de la tecnología no representaría ningún riesgo, es importante hacerse preguntas como: ¿te sientes angustiado últimamente, te sudan las manos, te falta la respiración, pierdes la noción del tiempo y sientes una sensación de vacío cada vez que no estás tocando tu celular o crees haberlo perdido?

Este miedo irracional tiene una explicación, se denomina “Nomofobia”, nombre que surgió de la combinación de “no”, “vil” “y “phobia”. Es una extraña enfermedad debido al excesivo uso del smartphone y a la hiperconectividad a la que estamos expuestos día a día.

Algunas enfermedades producto de esta “tecnoadicción” son:

  • Síndrome del Túnel Carpiano: la padecen los adictos al chat cuando se entumece o debilita el nervio que va desde el antebrazo hasta la mano por presión excesiva.
  • Daños en la audición: por volumen excesivo con audífonos.
  • Problemas mentales: depresión, aislamiento social, ansiedad, pérdida del placer de las actividades diarias.
  • Sobrepeso y obesidad: por el sedentarismo.
  • Enfermedades oculares: por el exceso frente a la pantalla.

“Debido a la cotidianeidad con la que interactuamos con distintos aparatos tecnológicos, hemos provocado que la nomofobia se convierta en una epidemia silenciosa que acecha provocando síntomas tales como, sentir que tu celular suena o vibra sin que esto esté sucediendo en realidad. Las consecuencias de esta dependencia en la salud de las personas son fundamentalmente ansiedad, hipervigilancia y conductas obsesivas -como revisar constantemente la actualización de información en las redes sociales-; saturación y estrés por hiperinformación”, explica el psicólogo Alfonso Cox.

El psicólogo además señala: “La conexión real cara a cara entre las personas es un comportamiento trascendental, de hecho, está demostrado que las interacciones entre los miembros de una sociedad estimulan una mejor salud mental “al compartir con otros nuestras preocupaciones y dolores, así como la alegría y satisfacción por los logros de la vida cotidiana”.

La pregunta que debemos hacernos es ¿Cómo esta realidad ha cambiado la forma en la que nos relacionamos?  Cada día se mandan 42 mil millones de mensajes de Whatsapp en el mundo. La hiperconexión nos roba tiempo y acelera nuestro ritmo para tomar decisiones porque existe una presión social por responder inmediatamente a todo. Por otro lado, hemos perdido privacidad al dejar entrar en nuestras casas y habitaciones a todo el mundo a través de aplicaciones donde se comparte todo lo que uno hace en cada momento, incluyendo fotos o vídeos de nuestro entorno más personal. Hemos ido perdiendo el pudor y los límites entre lo público y lo privado”, explica Cox.

Chile es el país latinoamericano líder en el uso de smarthphones con 7,9 millones de usuarios de acuerdo al estudio realizado por eMarketer y que proyecta que en el 2018 se llegaría a los 9,3 millones de usuarios, lo que representa que el 52,0 % de la población va a tener y usar un celular inteligente al menos una vez al mes.

Algunos consejos para mantener un equilibrio entre las conexiones reales y las redes sociales son, por ejemplo: revisar los email sólo 2 o 3 veces al día, a horas fijas; cuando sea posible, llamar por teléfono en vez de enviar un mensaje escrito; desconectarse a una hora definida para disfrutar de las relaciones familiares (función No Molestar); los fines de semana no andar con el celular permanentemente sino que dejarlo en un lugar fijo de la casa para evitar revisarlo todo el tiempo.