Los caprichos de Meghan Markle que hacen temblar el Palacio de Kensington

La duquesa de Sussex pasa por su momento más bajo tras perder popularidad y filtrarse informaciones sobre sus exigencias y comportamiento poco ortodoxo.

Solo pasó medio año para que la exactriz Meghan Markle mostrara su verdadera personalidad. La ahora duquesa de Sussex se ha convertido en un verdadero dolor de muelas para los empleados del Palacio de Kensington, debido a sus caprichos y exigencias que nadie entiende.

La “cara B” de la esposa del príncipe Harry incluso sobrepasó los muros de la realeza y su imagen pública parece estar sufriendo una erosión acelerada. Su popularidad ya no es la misma, como muestran los resultados de un sondeo elaborado por la empresa de investigación de mercados YouGov y en la que participaron 3.700 personas para valorar la popularidad de los miembros de la Casa Real británica.

A diferencia de su marido, que ocupa el primer lugar con un 77% de aprobación, la duquesa cayó al sexto lugar, por debajo de la reina Isabel II, el príncipe Guillermo, la duquesa de Cambridge y el príncipe Felipe. Solo el 55% de los encuestados tienen una buena opinión de la exactriz, que parece corroborar que trabajar para ella no es tan sencillo como podía parecer desde que, en 2016, se confirmó su relación con Harry.

 

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De acuerdo a Daily Mail, Meghan Markle tiene un carácter fuerte y exigente puertas adentro, y no lleva bien que le digan lo que tiene que hacer. Según el tabloide británico, la duquesa habría roto la paz imperante que reinaba en Kensington a base de la imposición de órdenes poco ortodoxas y la decidida actitud de hacer todas las cosas a su manera.

La publicación cataloga a Markle como un “huracán” metódico que tiene con estrés a los asistentes con sus órdenes y constantes mensajes de texto, algunos de ellos desconcertantes. Según la publicación, son muchos los que “no entienden las cosas que pide”. La que hasta hace poco era su asistente principal, Melissa, presentó su dimisión de forma repentina, sin dar una explicación pública, lo que ha dado rienda suelda a que se especulara sobre su mal carácter y la prepotencia con la que trata a sus empleados cuando le recuerdan el protocolo que debe cumplir.

 

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Tampoco Samantha Cohen, la que había sido secretaria privada de la pareja, duró más de seis meses al servicio de la pareja. Parece ser que también sucumbió a los humos de una Markle que, según algunas expertos en casas reales, podría estar pagando la presión de ser nueva miembro de la Casa Real británica.

El biógrafo Robert Jobson, apunta en su nuevo libro, “Charles at Seventy”, que el duque de Sussex estaba dispuesto a hacer cumplir todos los caprichos de su prometida, y que la orden que dio al equipo de personal fue: “Aquí se hará lo que diga Meghan”. 

En el reportaje también se aborda su manera de vestir, donde se asegura que en palacio no se entiende su obsesión por vestirse de negro, un color que, tradicionalmente, la realeza británica vincula a los momentos de luto. La publicación incluye una fuente que asegura que se le dijo a Meghan que necesita comenzar a vestirse menos como una estrella de Hollywood y más como una real, algo que tampoco le habría sentado muy bien, recoge La Vanguardia. 

 

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A pesar de que, hasta ahora, parece mantener una buena relación con la reina Isabel II, el tabloide afirma que su vestimenta habría provocado algún que otro susto en la monarca, especialmente cuando enseña sus piernas por encima de la rodilla.

Hay que recordar que el pasado 15 de octubre se anunció que la duquesa de Sussex está embarazada, por lo que los próximos meses pueden ser especialmente sensibles para ella, lo que también podría repercutir en el palacio.

Fotos: Shutterstock/Instagram.

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