El misterio de las mil historias de amor sin final feliz de Jennifer Aniston, el corazón “más sufrido” de Hollywood

Muchos hombres la amaron. Y ella amó. Pero sus relaciones fueron tan apasionadas como fugaces. Se casó y se divorció dos veces: de Brad Pitt -con Angelina Jolie como tercera en discordia- y de Justin Theroux. A los 49, la exitosa actriz -que integra la lista de las más bellas y sexies del mundo- está otra vez sola.

infobae

Como describió Tennessee Williams en su obra “El zoo de cristal” al personaje Jim O’Connor (“parecía que un haz de luz seguía cada uno de sus pasos sobre la Tierra”), bien puede ser descripta Jennifer Aniston.

Pero en ella, ese haz de luz ha sufrido –¿y seguirá sufriendo?– demasiados apagones…, y de los que más duelen: golpes al corazón en sus largas y fracasadas historias de amor.

Actriz, directora, productora, 49 años, nacida en Los Ángeles y vecina del glamoroso y aristocrático barrio Bel Air, uno de los tres del llamado “Triángulo de Oro” –los otros, Beverly Hills y Holmby Hills– es una perpetua Miss Éxito.

Rubia, 1,64 y sonrisa de un millón de dólares, colecciona hits y premios desde que apareció, en los 90, como la inolvidable Rachel Green en la no menos inolvidable serie Friends: ¡llegó a cobrar un millón por capítulo!

Y otros números no le van en zaga: 37 películas desde 1990 a 2016, 20 series de tevé, 14 nominaciones, un Globo de Oro, un SAG y dos Emmy…, ¡y no para!

Su nombre se repite en las listas de millonarios de las revistas Forbes y The Hollywood Reporter, la icónica Rollings Stone la premió como “el mejor pelo de los Estados Unidos”, y la influyente People como “la mujer más bella del mundo“. Y también está en la lista de “las mejor vestidas” y “las 100 mujeres más sexies”.

Pero en la materia “Vida privada” sólo ha coleccionado aplazos y títulos tristes… si nos atenemos a la creencia de que toda ruptura es dolorosa. Por caso, “los mil y un novios de la novia de América”, o “Los amores de Jen en orden alfabético”…

En el último cuarto del siglo XX y hasta hoy, siglo XXI, la amaron y dejaron de amarla –o ella los dejó: nunca se sabrá con precisión de relojería– Charles Schlater (1990) -su coprotagonista en la serie “Ferries Bueller”-, Tate Donovan (1995–1998), Adam Duritz (unos pocos meses en el 95), Vince Vaughn (2005–2006), Paul Sculfor (2007), Gerard Butler (2009) –su compañero en el film “Esposados”–, John Mayer (2008 a 2009)… y Ross Geller, pareja de ficción en “Friends”, y (paradoja) la más duradera: diez años–.

Pero la historia que se lleva el Oscar fue la de Jen con Brad Pitt. Juntos desde el 98 al 2005, por fama y belleza mutuas, la prensa la bautizó –exageradamente– como “la más perfecta de todos los tiempos”. Perfecta… hasta que Brad, a sus espaldas y con escándalo y humillación, se unió con Angelina Jolie, las revistas inventaron la palabra “Brangelina”, y se sumaron seis hijos.

La herida fue profunda y tardó en cerrar…

Tanto, que recién seis años después de la ruptura, Brad confesó ante la revista Parade las razones del adiós.

-Creí que nuestro matrimonio sería siempre una película: la de una vida interesante. Pero empecé a sentirme encerrado y con poco ánimo. A sentirme patético. Porque ese matrimonio no era para mí. Era inútil fingir.

En realidad, Brad fue infiel muy rápido. Y la relación con Jennifer empezó a derrumbarse cuando él y Angelina Jolie filmaron, en 2005, “Señor y señora Smith”.

Pero a pesar del “aburrimiento” que le causaron sus años con Jennifer, intentó lavar la ropa sucia con un elogio: “Jen es increíble dando, queriendo… Es muy divertida, sigue siendo mi amiga, y valoro mucho esa relación”.

Pero más allá del dolor y el desamor, un nuevo capítulo comenzó en la vida de Jennifer.

En 2011 apareció el actor Justin Theroux. Hubo boda, como con Brad Pitt: las dos únicas uniones con papeles. Durante dos años y medio parecieron –casi– una fotocopia de la pareja perfecta que Angelina Jolie pulverizó… para romper con Brad a fines del 2016: la eternidad y Hollywood sólo son posibles en la pantalla de plata…

Sin embargo, Theroux asomó como el último puerto. Se casaron en la mansión de Bel Air que pagaron… ¡veintidós millones de dólares! Cifra que fue doble efe: una fusión con futuro.

Hacia la mitad de la relación, en un reportaje de la revista Arquitectural Digest, Jen –enternecida– dijo:

–Miro a mi alrededor, veo a mi marido, a mis perros, a nuestra casa… ¡y no hay otro lugar en el mundo donde me gustaría estar!

Pero el 17 de febrero pasado, en un texto firmado por ambos que explotó por sorpresa, anunciaron que “hemos decidido separar nuestros caminos como pareja, pero esperamos poder mantener nuestra amistad”.

Mansión, marido, perros y siete años de love story se esfumaron en la sequedad de un mensaje menos elocuente que un telegrama…

Muy poco después ampliaron el espinoso tema. También a dúo, informaron que “normalmente nos habríamos separado sin agregar más palabras, pero puesto que la industria del chisme no resiste la ocasión de especular e inventar, queremos decir la verdad, y advertir que cualquier otro comentario que aparezca sobre nosotros sin nuestro consentimiento… es ficticio. No vale. Lo único cierto es que a pesar de todo queremos mantener el profundo respeto y el amor que nos tenemos”.

Sin embargo, otro gallo cantó…, y salió a la luz el motivo de la ruptura. O “los” motivos. Porque los hubo menores y mayores. Entre los primeros se anota una cuestión geográfica. Jennifer, californiana hasta la médula, nunca se adaptó a la vida en Nueva York elegida por Justin. Otra: “incompatibilidad de agendas”: una variante moderna de aquella “incompatatibilidad de caracteres”, clishé de la farándula Made in USA en los años 50…

Pero hubo (o habría) una causa mayor que Shakespeare elevó a nivel de su genio en “Otelo”: ¡los celos! Porque según una nota de US Weekly…, Justin encontró las encendidas cartas de amor que Brad Pitt le mandaba a Jennifer antes y durante el matrimonio, y que ella guardó casi religiosamente, acaso porque el fuego nunca se apagó del todo. En todas ellas no faltaban, por ejemplo, “Estás preciosa esta noche”, “Te extraño”, etcétera. Algo muy difícil de soportar para Justin.

Para colmo, en el centro del huracán que se avecinaba, planeó sobre Hollywood un rumor volcánico: apenas separados Jen y Justin…, estaría por suceder un fenómeno digno de un guionista: la reconciliación, con platillos y fuegos artificiales… ¡de Brad Pitt y Jennifer Aniston!

El autor de la maniobra –se insistió– habría sido una impensada Celestina…, llamada George Clooney. Y para probarlo (muy dudosamente), la revista Star publicó una foto bajo el título “They´re back on!”. ¡Vuelven!

Imagen dudosa. Un hombre y una mujer besándose. Brad parece Brad, pero es muy difícil identificar a la chica rubia. A la supuesta Jen… Foto que, luego se supo, había sido hábilmente trucada.

La nota aseguraba que “ambos se han estado viendo en secreto, gracias a George”. Pero el truco, burdo, no funcionó.

Sin embargo, algo sí parece cierto y, si realmente sucedió, es conmovedor. Según la revista In Style: “Brad, apenas separado de Angelina (2016), llamó a Jen para pedirle perdón por todo el dolor que le causó, y por no haber sido el marido que ella merecía. En general, él no suele abrirse así, pero gracias a la terapia que emprendió para superar su adicción al alcohol, aprendió a revelar sus sentimientos”.

Unos meses después, se encontraron, Brad le presentó a Jen a cuatro de sus hijos, y ellos “la trataron como una amiga normal de su padre”, según la misma revista.

Más allá del amor, habría otro tema que acosaría a Aniston: llegar a los 49 años sin ser madre. Un tema que también fue comidilla de la prensa, y que incluso la obligó a desmentir un embarazo… imaginado por algún medio al notarla algo más voluminosa.

Durante mucho tiempo, y mientras estuvo casada con Justin, se especuló que la actriz iba a tener un hijo por medio de la subrogación de vientre… en la misma clínica a la que acudieron famosos como Nicole Kidman o Ricky Martin.

Sin embargo, respecto de la maternidad, y harta de las presiones, fijó claramente su posición. “Tener un hijo no es asunto que le importe a nadie, excepto a la pareja o al individuo que lo decidió. Una mujer puede ser feliz y sentirse completa sin estar casada o sin ser madre. Que conste: estoy cansada de los rumores y los insultos a mi cuerpo que día a día recibo, bajo el pretexto de la misión periodística. Las mujeres estamos completas con hijos o sin ellos. Podemos ser felices para siempre por nosotras mismas”.

Pregunta: ¿qué corroe, desgasta, fatiga los amores y amoríos de Jennifer? Amoríos, sí. Porque a la lista citada hay que agregar a Orlando Bloom, Owen Wilson, Aaron Eckhart, Paul Rudd, … y tal vez algunos más que duermen en el tintero, fugaces como la luz de un fósforo…

Es inútil buscar explicaciones de diván.

Habrá que creer que el único hombre que permanece a su lado con presumible garantía no “no vencimiento” es Chris McMillan, inseparable desde fines de los 90 hasta hoy.

¿Quién es? Su peluquero. Su mejor amigo. El creador de su peinado “Rachel” para ella. Todo Hollywood jura que no romperán jamás.

Se aceptan apuestas…

Fotos: Shutterstock

pixel