La divulgadora científica Jordan Gaines Lewis explicó a The Conversation que, cuando debemos elegir entre dos o más alimentos, solemos optar por el dulce antes que lo amargo, que proporciona una fuente saludable de carbohidratos que necesita el organismo. Sumado a esto, hay que considerar que el azúcar se encuentra invisible en innumerables productos procesados. Permanece en silencio, pero hacen que nos vayamos enganchando, del mismo modo que ocurre con la nicotina, secuestrando el circuito de recompensa del cerebro.
Andrew, uno de los que practicó la dieta de desintoxicación por azúcar, cuenta a The Conversation que los primeros días son difíciles. “Casi se siente como si estuvieras desintoxicándote de las drogas. Me encontré comiendo muchos carbohidratos para compensar la falta de azúcar “.
Un equipo de neurólogos de la Universidad de Princeton comprobó en ratas sometidas a un protocolo de desintoxicación de azúcar que la abstinencia provocaba en ellas síntomas como rechinar de dientes, temblores de patas y sacudida de cabeza. Algunos estudios también vinculan la abstinencia de este alimento con comportamientos más pasivos en situaciones de peligro, y otros la vinculan con comportamientos impulsivos.
Aunque extremos, estos estudios con animales permiten hacerse una idea de las bases neuroquímicas de la dependencia del azúcar y el comportamiento en fase de abstinencia. Tranquiliza saber que Andrew, el amigo de Gaines, después de 40 días de privación de dulce había superado lo peor. “Los antojos nunca se detuvieron, [pero eso fue] probablemente psicológico”, dijo Andrew. “Pero se hizo más fácil después de la primera semana”. “Recuerdo haber comido mi primer dulce y pensar que era demasiado dulce”, dijo. “Tuve que reconstruir mi tolerancia”.
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