El uso de groserías, además de reducir el estrés, se asocia a mayor honestidad y éxito laboral.
Al parecer nos han mentido toda la vida. Al menos en lo que a decir malas palabras se refiere. Es que desde pequeños nos enseñan que decir groserías está mal, pero ahora hay evidencia de que es todo lo contrario, y que de hecho, decirlas en el trabajo nos puede traer mayor éxito laboral.
Según diversos estudios, las palabrotas podrían aportar beneficios sorprendentes, entre ellos hacernos parecer más honestos cuando hablamos, o incluso ayudarnos a aliviar el dolor.
Una investigación, liderada por el profesor de psicología Richard Stephens en la Keele University, invitó a sus participantes a introducir una mano en agua helada mientras decían una lista de insultos a su elección o una lista de palabras neutrales. Los investigadores observaron que las personas que soltaban groserías mientras se les congelaba la mano aguantaban mejor el dolor del frío extremo que aquellas personas que se limitaban a decir palabras sin ninguna carga negativa. En este caso, las malas palabras actuaban, de esta manera, como una especie de analgésico natural.
Otro estudio publicado por la revista Social Psychological and Personality Science llegó a la conclusión de que decir palabrotas en ciertos contextos nos hace parecer más honestos, convincentes y genuinos. Soltar una grosería en un contexto positivo nos presenta como personas auténticas, asertivas, que dicen lo que piensan sin autocensurarse.
Por otra parte, además de servir de desahogo y de terapia antiestrés, las palabrotas pueden ser buenas también en el trabajo, aunque en este contexto hay que usarlas con cautela. Un estudio llevado a cabo hace algunos años en la universidad de East Anglia, en Norwich, asegura que decir malas palabras en la oficina reduce el estrés y fomenta la moral y la camaradería en la empresa, recoge La Vanguardia.
Un artículo reciente publicado por la revista Fast Company dice que, aunque usarlas en ciertos contextos se sigue considerando como un comportamiento poco profesional, las palabrotas en el trabajo pueden ayudarnos a tener más éxito: “Las investigaciones sugieren que decir groserías incrementa la efectividad y lo convincente de un argumento. Los equipos más productivos y cohesionados de sectores como las manufacturas o la tecnología bromean entre ellos usando muchas palabrotas, y confían más los unos en los otros a causa de ello. Respecto al sector de las ventas, las groserías se traducen en más beneficios cuando ambas partes las emplean, un 18% más para ser exactos”, se afirma en dicho artículo.
Asimismo, una investigación realizada en el Marist College y la Massachusetts College of Liberal Art, concluyó que los participantes que fueron capaces de decir más groserías en un minuto también demostraron tener mayores habilidades lingüísticas en general. De este modo, y al contrario de lo que se suele pensar, decir palabrotas no es un signo de pobreza de vocabulario, sino una muestra de mayor inteligencia lingüística y de comunicación efectiva.
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