Las claves para saber si estás siendo víctima de ‘gaslighting’ de parte de tu pareja

Se trata de una práctica en la que el abusador manipula al otro haciendo que se sienta culpable y dude de sí mismo.

El gaslighting es una práctica que consiste en manipular a una persona para hacerla creer que debe dudar de su propio criterio. Suele ser muy utilizada en relaciones de pareja, ya que sirve para abusar mentalmente del otro.

Preston Ni es entrenador personal, profesor de habilidades comunicativas y autor de “Cómo manejar con éxito los gaslighters y detener el acoso psicológico”. El autor explica en Psychology Today que hay siete etapas del gaslighting en una relación, aunque cada situación tiene sus propias variaciones.

El objetivo de todo gaslighter es conseguir que la otra persona dude de sí misma y de su criterio. Por eso, el primer paso es mentir y exagerarlo todo para tratar de socavar su personalidad y ponerla a la defensiva. Para eso, utilizan frases como “mi esposa es una patética perdedora y necesita saber la verdad”, en la que un marido deja por los suelos a su compañera de vida.

Luego llegará el momento de la repetición. El gaslighter quiere dominar la relación y lo hace repitiendo falsedades para llevar siempre la iniciativa. Pero, ¿qué sucede si la pareja le lleva la contraria y se opone a ser atacado? Entonces es momento de elevar el tono y e intensificar la disputa: más ataques, más culpas, más negaciones y frases del estilo “no estaba coqueteando con otra, estás loca”.

Con los ataques constantes se consigue dominar a la víctima a base de desgaste. Ella se resigna, se debilita y, finalmente, duda de sí misma. Ahí es cuando el gaslighter ha logrado su objetivo, haciendo que la pareja sea completamente dependiente del agresor. Son las llamadas relaciones co-dependientes en las que la persona más débil siempre lleva las de perder.

El famoso método el palo y la zanahoria es otro de los utilizados por los gaslighters, ya que en algunos momentos pueden dar falsas esperanzas a la víctima para que piense que, en el fondo, “no es tan malo”. Pero no deja de ser una maniobra para apuntalar el dominio y el control sobre la pareja. Como resume el profesor Ni, el abusador solo busca “explotar a sus víctimas a voluntad, para aumentar su poder y ganancia personal”.

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