A un año del triunfo del Apruebo: el primer aviso de que las encuestas no están reflejando a la ciudadanía

Pese a que algunas encuestan indicaban un “empate técnico” entre convención 100% electa y fórmula mixta, los resultados en las urnas siguieron la tendencia de lo expresado en las calles desde el 18 de octubre: los chilenos no querían que los partidos políticos tradicionales escribieran la nueva Constitución.

“Yo quiero decir muy seriamente y muy profesionalmente que después de esta elección, las encuestas quedan descalificadas como proyector de voto”, decía la analista y fundadora de Latinobarómetro y Mori Chile, Marta Lagos, tras los sorpresivos resultados de las elecciones municipales de 2012.

Por ese entonces, que las encuestas no hayan acertado en sus pronósticos fue visto como una sorpresa y quedó como parte del anecdotario electoral.

Debió pasar casi una década, un estallido social que hizo tambalear al Estado y millones de personas que llegaron a los locales de votación, para que la frase de Lagos fuese una visión compartida más allá de los analistas o expertos en sondeos.

El 25 de octubre de 2020 la ciudadanía se volcó a las urnas para confirmar lo que ya se exigía hace meses en las calles: poner fin a la Constitución escrita en la dictadura de Augusto Pinochet.

El rotundo 78% de apoyo que recibió la opción “Apruebo” no dejaba espacio a dudas de lo que exigía la ciudadanía, más aún cuando apoyaron con un 80% que la Convención estuviese integrada mayoritariamente por personas sin vínculos con partidos tradicionales.

Los resultados del Plebiscito fue el primer aviso de que las encuestas no estaban dando el ancho, al no reflejar fielmente la intención de voto de los chilenos.

En enero de ese año, la encuesta Cadem decía que un 66% estaba a favor de la opción “Apruebo”, es decir, 10 puntos menos de lo que finalmente expresaron las urnas.

Respecto a si el órgano tenía que ser mixto o 100% electo por la ciudadanía, la encuesta arrojaba que solo un 47% estaba a favor de la primera opción.

Sin embargo, los resultados del 25 de octubre arrojaron un 80% a favor de la Convención Constitucional, es decir, la proyección estuvo más de 30 puntos abajo de lo expresado el día de la votación.

Dos semanas antes del Plebiscito, pese a que la encuesta Data Influye se acercó más que la Cadem de enero, de todas maneras quedó corta en sus proyecciones.

El sondeo proyectaba que un 69% votaría Apruebo y un 18% Rechazo, es decir, casi 10 puntos menos de lo expresado en el conteo de votos.

Respecto al tipo de órgano que debería redactar la nueva Constitución, Data Influye indicaba que un 61% votaría por integrantes 100% elegidos por votación popular, es decir, 19 puntos menos que el conteo final.

Por otro lado, mientras la mayoría de los sondeos indicaba que la mayoría del padrón votaría por partidos políticos, las urnas volvieron a decir otra cosa, dando como ganadores a los independientes y los convencionales apoyados por la ahora extinta Lista del Pueblo.

Pese a no contar con recursos y tener prácticamente nula presencia en los medios de comunicación tradicionales, los independientes lograron 27 escaños.

El gasto promedio de la lista Vamos por Chile fue de $148 millones por cada candidato, mientras que la Lista del Pueblo destinó cerca de 4 millones por postulante, es decir, la derecha destinó en promedio 32 veces más que la colectividad fundada por Rafael Montesinos.

El caso más representativo de esta desigualdad en los recursos de campaña es lo que ocurrió con René Cortázar. El exministro DC recibió $141 millones provenientes de aportes privados, pero fue derrotado por María Magdalena Rivera, postulante de la Lista del Pueblo que solo contó con 340 mil pesos.

Las encuestas volvieron a equivocarse con las primarias presidenciales. El 21 de junio, es decir, a menos de un mes de los comicios, la Cadem pronosticaba que Joaquín Lavín y Daniel Jadue lideraban las encuestas para convertirse en los candidatos de la derecha e izquierda respectivamente.

Sin embargo, las urnas expresaron algo totalmente distinto. Mientras que la primaria de la derecha la ganó Sebastián Sichel, en la del pacto Apruebo Dignidad salió vencedor Gabriel Boric, con más de un millón de votos.

Esta semana, la encuesta Cadem puso a José Antonio Kast como líder de las preferencias con un 23%, por sobre el candidato de Apruebo Dignidad, que obtuvo un 20%.

Pese a que la encuesta fue publicada por la mayoría de los medios de comunicación, el sondeo no ha estado libre de suspicacias.

Por una parte, sus resultados se contraponen a la tendencia expresada en las urnas en las últimas tres elecciones (Plebiscito, convencionales y primarias), las cuales han seguido en la línea de lo expresado en las calles desde el 18 de octubre.

Por otro lado, hace un par de días la periodista Alejandra Matus reveló inconsistencias e irregularidades en la metodología de algunas de las encuestas que tienen mayor presencia en los medios.

Según dio a conocer en un reportaje en el sitio Tercera Dosis, el trabajo en terreno es deficiente y no siempre se cumple con los estándares mínimos que debiera tener una encuesta.

“Descubrí a encuestadores que se juntaban a contestar encuestas cruzadas”, aseguró un ex supervisor de la Cadem.

La misma fuente señala que en Chile las empresas encuestadoras se supervisan entre ellas mismas, algo que no ocurre en otros países, donde deben someterse a auditorías externas independientes.

“Cada vez que las encuestas se equivocan es porque ahorraron o porque hicieron mal la pega“, afirma Marta Lagos.

Pero más allá de las irregularidades o inconsistencias en la metodología de las encuestas, la analista política afirma que “las encuestas en Chile se hacen para decir lo que la elite quiere”.

Fotos: Flickr/Shutterstock