La campaña del terror y las malas compañías que hundieron a Kast en su camino a La Moneda

Luego de transformarse en uno de los principales liderazgos de la derecha y forzar el apoyo del oficialismo en esta segunda vuelta, José Antonio Kast culmina su carrera presidencial con una contundente derrota a manos de Gabriel Boric. Su campaña situada al extremo del conservadurismo y basada en el miedo y las fake news terminó condenándolo al movilizar en masa a a millones de votantes que rechazaron su ascenso a la presidencia.

La posibilidad de emprender una carrera presidencial era una de las aspiraciones que motivaban a José Antonio Kast cuando, el 31 de mayo de 2016, renunció a la UDI tras 20 años de militancia.

En una carta que anunciaba su decisión, el entonces diputado por el Distrito 24 explicaba su salida cuestionando la falta de nuevos liderazgos, la prolongación de la directiva encabezada por Hernán Larraín y el distanciamiento de los ideales del partido.

Pero junto con esas razones, Kast no escondía su afán por intentar llegar a La Moneda. “Si logro influir en las personas claramente seguiré con mis aspiraciones presidenciales”, decía entonces, revelando el que quizás era el factor determinante para abandonar el gremialismo.

El problema, sin embargo, era que Kast no era la carta lógica de la UDI para disputar las presidenciales del 2017, que terminarían decretando el segundo gobierno de Sebastián Piñera. Y él tampoco tenía el crédito para exigirlo.

En 2008 y 2010 perdió dos elecciones internas del partido seguidas, ambas a manos de Juan Antonio Coloma. También intentó una precandidatura senatorial con miras a las parlamentarias del 2013, pero terminó deponiendola en favor de Laurence Golborne.

A cinco años de abandonar la UDI, la decisión de Kast parece darle la raz´ón: en su segunda elección presidencial, logró un inesperado pasó a segunda vuelta que obligó un apoyo transversal del oficialismo y que lo alzó como el principal liderazgo de la derecha.

Y lo hizo, precisamente, posicionándose al extremo de la derecha, incluso más a la derecha que su ex partido, y agrupando sensibilidades de los sectores más duros y fanáticos del conservadurismo chileno.

Pero así como ese fue su trampolín hacia la opción presidencial, también fue parte de lo que lo condenó a la contundente derrota frente a Gabriel Boric en el balotaje de este domingo.

Un inesperado ascenso como líder de la derecha

Tras salir de la UDI, José Antonio Kast comenzó a preparar su candidatura presidencial como independiente, la que inscribió el 18 de agosto de 2017, luego de conseguir las más de 30 mil firmas necesarias.

En la primera vuelta, consiguió un sorpresivo cuarto lugar con casi un 8% de las preferencias, alcanzando más de 500 mil votos.

Al año siguiente, el último de cuatro periodos como diputado llegaba a su fin y Kast comenzaba a preparar su segundo intento en la carrera presidencial.

Para capitalizar los votos obtenidos y agrupar a su base de seguidores, creó el movimiento Acción Republicana. Un año después, el 2019, nacía el Partido Republicano.

En octubre de ese año, con la irrupción del estallido social, Kast se transformó en uno de los mayores opositores a las protestas populares y, nuevamente apelando a la derecha más dura del país, se transformó en el estandarte del 20% que rechazó una nueva constitución en el plebiscito de 2020.

Su meteórico ascenso se coronó el 21 de noviembre de este año, cuando logró la primera mayoría en la primera vuelta presidencial con casi un 28% de los votos. De ahí en adelante, todo iría en declive

Malas compañías y la campaña del terror

Además de pasar a la segunda vuelta, el gran triunfo de Kast en primera vuelta fue en las parlamentarias, donde logró un importante posicionamiento en el Congreso.

El Partido Republicano logró elegir 14 diputados y un senador. Esa representación en el parlamento también expondría la verdadera cara del movimiento.

A poco de haber sido electo como diputado, el militante republicano Johannes Kaiser generó polémica al conocerse registros audiovisuales donde expresaba comentarios misóginos y cuestionaba el derecho a voto de la mujer.

Kaiser debió renunciar al partido, pero no sería la última vez que obligaría a Kast a dar explicaciones. Semanas después, repitió la escena con comentarios transfóbicos burlándose de la diputada trans electa Emilia Schneider.

En paralelo, la campaña del representante del Frente Social Cristiano entraba a la segunda vuelta intentando acercarse al centro y alejarse del exacerbado conservadurismo y anticomunismo que lo había llevado allí.

Sin embargo, su campaña basada en el populismo, las fake news y los ataques a su contrincante parecía agotada y alcanzando techo, al mismo tiempo que la izquierda se movilizaba en masa contra él.

A comienzos de diciembre, Kast tomaría otra decisión que le terminaría costando: intentado conseguir los votos de la tercera mayoría de la primera vuelta, Franco Parisi, asistió a su programa Bad Boys.

La reunión con el cuestionado Parisi, condenado por deudas de pensión alimenticia, no terminó aportándole la esperada conquista electoral, y el timing tampoco fue el ideal, ya que se dio poco antes de conocerse las denuncias de militantes del Partido de la Gente por las irregularidades en los gastos de campaña.

A pocos días de la segunda vuelta de este domingo, la muerte de Lucía Hiriart, viuda del dictador Augusto Pinochet, le dio la oportunidad de desmarcarse del pinochetismo.

Kast descartó conocer a la familia y evitó darle una connotación política al fallecimiento.

No obstante, las declaraciones del abogado de los condenados de Punta Peuco, Raúl Meza, que aseguró que Kast visitaba a Miguel Krassnoff y abogaba por indultos para los violadores de derechos humanos, volvía a situar al candidato en su domicilio ideológico natural.

El resultado de este domingo terminó siendo categórico, y el 55% de los votos obtenidos por Gabriel Boric frenó el ímpetu alcanzado por la campaña reaccionaria de Kast.

Ahora, el fundador del Partido Republicano deberá asumir el rol de líder de su colectividad en un horizonte político marcado por la división del Congreso, y la presencia de su colectividad podría ser determinante en la articulación de la derecha y su reorganización como oposición.