Lucía Hiriart, la otra cara de la dictadura

La viuda del dictador, que falleció a los 99 años, fue un personaje clave para que su marido se decidiera a participar en el golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende. Durante los 17 años en los que su marido gobernó con puño de hierro fue dueña de un poder que le permitió influir en decisiones de gobierno, como la destitución del canciller Hernán Cubillos y la confirmación de Manuel Contreras como jefe de la DINA.

Pasadas las 16:00 horas de este jueves se conoció la noticia de la muerte de Lucía Hiriart, la viuda del dictador Augusto Pinochet.

Los últimos años de la ex presidenta de CEMA Chile tuvieron marcados por constantes hospitalizaciones producto de su estado pulmonar.

El 5 de octubre de 1988, tras el triunfo del No en el Plebiscito, Hiriart lanzó una de sus frases más recordadas: “Los chilenos son unos mal agradecidos”, dijo tras la derrota que sacó a Pinochet tras 17 años de dictadura.

Para muchos, Hiriart fue una de las principales instigadoras del golpe de Estado de 19673 que derrocó a Salvador Allende, al punto de que habría sido calve para que Pinochet se decidiera a participar de la conjura iniciada por la Marina.

La poderosa Primera Dama

El libro “Mujeres de dictadores” (2002), del periodista argentino Juan Gasparini narra en uno de sus capítulos un hecho que retrata aquel decidor episodio. “Una noche de junio de 1973 en Santiago, cuando el general Augusto Pinochet resolvía irse a dormir, su esposa Lucía Hiriart se le acercó, lo tomó de la mano y conduciéndolo hasta el dormitorio de los niños le dijo: ‘Ahí están sus hijos. Ellos caerán bajo la tiranía comunista por su culpa, porque usted no se atreve a actuar’”.

Otro texto que narra aspectos de su vida y su caracter es la biografía no autorizada, “Doña Lucía” (2013), de la periodista de La Red, Alejandra Matus, quien grafica en varios capítulos aspectos de su vida junto a Pinochet y su particular estilo de vida.

“El cambio de década (1980) significó para Lucía la consolidación de su poder. Pocos se atrevían a poner coto a sus caprichos. En una visita a La Serena, con Pinochet, la administración del hotel Francisco de Aguirre le había preparado la habitación con delicados arreglos florales que se repartieron por doquier. El propósito era halagarla. Nada más verlos, Lucía se enfureció y comenzó a gritar: “¡Saquen esta mierda!”, mientras destrozaba las flores con sus propias manos y las arrojaba al piso, ante un equipo de mucamas que miraban la escena sorprendidas y aterradas. En su oficina, en Santiago, se hacía preparar ensaladas con el quesillo recortado en forma de corazón o trébol para el almuerzo. Y pronto comenzaría a construir las mansiones que siempre anheló poseer”, relata la biografía.

El libro de Matus cuenta también aspectos relacionados con su estilo al interior de la casa de gobierno, su oficina y su círculo más cercano de colaboradores. “Su marido le asignó una espaciosa zona en el ala suroriente del palacio gubernamental, encima de la sala de prensa conocida como La Copucha. Ella se mudó sólo con su equipo más cercano: su jefa de gabinete, dos secretarias, una asistente social y la nueva encargada de prensa, Cristina Olivares, quien reemplazó a Ada Mongillo. El resto del personal quedó en las sedes de los distintos organismos que presidía. El círculo más estrecho de Lucía incluía también a su peluquera-maquilladora, un fotógrafo personal y otros asistentes que se encargaban de su imagen y de asistirla con la elección del vestuario. Al igual que en el edificio Diego Portales, tenía siempre dispuestos, para poder elegir, varias tenidas y muchos zapatos”, señala el texto de la periodista.

Cema Chile (Centro de Madres de Chile) fue quizás la institución que más se acercaba a la figura de Hiriart. Se trataba de una organización de corte asistencial y que definitivamente marcó un retroceso en la constitución de los tradicionales centros de madres existentes hasta ese momento en el Chile de la década de 1970. Nació como una idea de coordinación de actividades de capacitación para mujeres de escasos recursos a través de un “voluntariado” que ejercían las esposas de otros generales y partidarios de la dictadura. Una vez que retornó la democracia, siguió presidiendo CEMA-Chile en su calidad de esposa del Comandante en Jefe del Ejército.

Según una investigación de CIPER del año 2015, la viuda de Pinochet aún mantenía cierto control sobre varias de las propiedades cedidas por el Estado a la Fundación Cema, de la cual era presidenta a perpetuidad. Según consigna la publicación, el millonario patrimonio había sido vendido sin que haya registro contable de ello ni del destino de esos dineros que superarían los $6.300 millones.

La vida post Pinochet

Los temas judiciales también formaron parte de la última etapa de la vida de la esposa de Augusto Pinochet junto al menor de sus hijos, Marco Antonio. Fue procesada por el delito de complicidad de fraude tributario, en el marco de la investigación que el juez Sergio Muñoz inició en 2004 sobre las millonarias cuentas secretas que el ex dictador mantuvo en el Banco Riggs de Estados Unidos y en otras instituciones financieras del mundo.

Con el pasar de los años, los procesos judiciales terminaron embargando varios de los bienes de los Pinochet y sumiendo a Lucía en una economía a la que nunca estuvo acostumbrada. Pese a ello, en el año 2017 la justicia ordenó restituir sus bienes por unos 4,8 millones de dólares.

Lo cierto es que tras la muerte de su marido poco se supo de Hiriart, viviendo enclaustrada ya sin las amistades incondicionales de la familia que cada vez se alejaban más de la figura del dictador. Cada cierto tiempo más de alguna publicación daba cuenta de su vida sin Pinochet, encerrada en La Dehesa y más bien sumergida en un hermetismo tal que a ratos hacía olvidarla.

Fotos: Wikipedia