La industria del fútbol chileno se cae a pedazos

Es una ilusión, pero con una industria sana, reconocida, prestigiosa y jerarquizada, se podrían recuperar los triunfos en el concierto internacional, tanto en las competencias a nivel de selecciones como de clubes. Algo que hoy solo asoma como una triste quimera.

Por Eduardo Rojas, Director del Área Deportiva de La Red

El titular de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional, ANFP, Pablo Milad, no se anduvo por las ramas ante el último Consejo de Presidentes. “Dejé en claro que la industria del fútbol es deficitaria”, dijo. Pero a quién se lo señaló. El ex atleta explicó este dictamen leyendo una presentación por vía telemática ante la Comisión de Deportes de la Cámara de Diputados. Así desterraba, según su juicio, la apreciación de la gente que se obtienen ganancias millonarias en esta actividad. 

¿Y esto no es así?

Habrá que traer a colación que a fines de enero último, los derechos comerciales y de televisión de La Roja fueron adjudicados a cambio de 75 millones de dólares a las empresas Mediapro y 1190 Sports hasta el 2026. Antes, por cierto, quizás por un producto ya despotenciado, se había declarado desierta la subasta por la escasez de oferentes. En los dos periodos anteriores en la ruta hacia los mundiales de Rusia 2018 y Qatar 2022, la Federación de Fútbol de Chile, FFCH, ingresó a sus arcas 226 millones de dólares, en la época de las platas dulces, cuando los rostros de la generación dorada ocupaban todas las pantallas y los periódicos del país. Asimismo, en el último año, la FFCH sumó otros dos millones de dólares de la FIFA y la Conmebol para el desarrollo de las selecciones menores, el fútbol femenino, el futsal, el fútbol playa y los árbitros. Estamos hablando de más de 300 millones de dólares. 

¿Y qué decir de los dineros provenientes de TNT Sports por la cesión de derechos de transmisión de los Campeonatos nacionales? La empresa televisiva ha entregado flujos de caja netos de IVA a la ANFP por un total de 63.814.989 millones de pesos, en 2021, y 61.337.733 millones de pesos, en 2020. 

Es muchísimo dinero dando vueltas por allí, pero siguen las mismas instalaciones deportivas vetustas desde siempre. Nada es nuevo. O casi nada. Salvo lo que hizo Marcelo Bielsa en el complejo deportivo Juan Pinto Durán. La interrogante que salta enseguida: ¿dónde fueron a parar estos dineros? 

El panorama económico tanto para la Federación como para la ANFP es simplemente desolador. De manera coloquial podríamos decir que se está cayendo a pedazos, se está desmoronando. El informe de la Comisión Revisora de Cuentas de la ANFP revela que los pasivos son de 2.557 millones de pesos, incrementado por la multa de 2.000 millones de pesos impuesta por el Tribunal de la Libre Competencia por el triste caso del club deportes Valdivia. Y si el Comité Disciplinario de la FIFA no falla a favor de Chile por la presunta irregularidad reglamentaria del jugador ecuatoriano Byron Castillo que podría llevarlo a la próxima justa mundialista, el déficit operacional llegaría a los cuatro mil millones de pesos a fines de este año.

En otro frente, la situación de los clubes profesionales asoma dramáticamente, tal como lo vive la ANFP o la FFCH – vaya uno a saber cuál es cuál –, según el análisis que entrega el profesor de la Universidad de Valparaíso, el auditor Alejandro Torres. Los tres clubes llamados grandes –Colo Colo, Universidad de Chile y Universidad Católica– muestran sus pérdidas que alcanzan a los 33.725.628 millones de pesos. Para entender aún más este análisis, la suma de las pérdidas actualizada de los últimos 10 años de estas tres Sociedades Anónimas equivale casi a lo recaudado en la última Teletón que fue de 35.248.655 millones de pesos.

No existe ninguna industria que genere tantos ingresos y que se transforme en pérdidas finalmente. Del análisis de los últimos 10 años, sin contar a la fecha con lo ocurrido en 2021, los ingresos generados por los clubes es de $872.658.019.000, pero el resultado anual antes de impuesto es de (cifras negativas) de $34.955.042.000.

El debate ante estos números también abre con un planteamiento que parecía estéril, pero que adquirió ribetes impensados con el cambio que se está analizando para modificar la Ley de Sociedades Anónimas, discusión que se encuentra ya en la Cámara del Senado. Estas modificaciones contemplarían que los socios de un club puedan adquirir el 51% de las acciones de una SADP, terminar con los conflictos de interés entre empresarios que tienen dobles propiedades y representantes de jugadores que, además, son dueños ya de un tercio de los clubes profesionales chilenos. Es decir, una supervisión popular en la manera de gestionar las instituciones. 

Pero ese no es el corazón del problema que aqueja al fútbol nacional. Lo que realmente importa es que la Federación de Fútbol de Chile se separe de la ANFP, como dos entidades diferentes, tanto administrativas como deportivas. La primera se encarga del desarrollo integral del fútbol, y la segunda de sus competencias profesionales. Tan simple como esto. Si hasta los integrantes de la Comisión Revisora de Cuentas, Miguel Bejide, Pablo Hoffman y Andrés Montrone, instan “al Directorio para que se concrete pronto la anhelada separación entre las actividades y responsabilidades de ambas Corporaciones”. 

Se reveló que los fondos que provienen de la FFCH son pagados a través de la ANFP y, que, esta es la encargada de cancelar y controlar actividades que no le son propias, tales como las selecciones nacionales, el futsal, el futbol playa, la competencia infantil y los árbitros. A lo menos, merecería reparos de los pocos socios que aportan activamente en el Consejo de Presidentes. Es tanta la desprolijidad en materia administrativa que un mismo funcionario envía escritos tanto con los logos de la ANFP y la FFCH, quizás para evitar un doble trabajo. Es que esto es impresentable, simplemente.

Recordemos que Milad lanzó una máxima ante la Comisión de Deportes: “la industria del fútbol es deficitaria”. Pero estos son juicios tirados para que se los lleven las olas del desconocimiento y del olvido. La Liga española, según un estudio recientemente publicado, obtiene ganancias desde hace más de una década, relacionado a los mismos años en que los campeonatos chilenos logran resultados negativos.

Para comenzar en la búsqueda de cómo salir de un inminente colapso financiero, no sabemos si de la ruina, el directorio debería estudiar cuál es el tamaño óptimo que puede tener la organización para funcionar correctamente. Desde hace cuatro años, eso sí, se les advierte que el número de personas que laboran al interior de Quilín es elevado: 321 personas trabajan en la entidad, lo que genera un costo de 8.264.988 millones de pesos anuales. En una rápida mirada, los sueldos de los altos ejecutivos le significan a la ANFP una sangría de más de 1.000 millones de pesos por año.

Quizás si se supiera qué ocurrió con los dineros de la organización de la Copa América 2015, ya que todavía está bajo análisis e investigación, podrían salpicar otros recursos impensados para el organismo rector. Ojalá que no sea desidia para descubrir la naturaleza y los presuntos desvíos de recursos de todo tipo que ocurrieron antes, durante y posteriormente a la justa sudamericana. Algunos, claro está, siguen rondando como si nada por la comuna de Peñalolén.

A poco de concluir el Consejo de Presidentes, en una intervención con mucha personalidad, el presidente de la ANFP y de la FFCH, Pablo Milad, tomó el micrófono y le informó a los 32 directivos que a partir de este lunes retomarán una gira para visitar en terreno a los clubes desde Curicó hasta Puerto Montt. Un periplo que, además, podría tener tintes de una campaña eleccionaria adelantada que se viene muy complicada para el oficialismo. ¿El motivo? Ofrecer capacitaciones de marketing, comunicaciones y gobernanza, entre otras materias. Se me ocurre que podría comenzar dicho aprendizaje en la propia ANFP para salir del atolladero en que se encuentran. ¿Administración? También podría ayudar para entender la organización, la planificación, la dirección y el control de los recursos millonarios que tienen a su disposición, así como el aporte humano y los medios tecnológicos con que se cuentan hoy día.

Es una ilusión, pero con una industria sana, reconocida, prestigiosa y jerarquizada, se podrían recuperar los triunfos en el concierto internacional, tanto en las competencias a nivel de selecciones como de clubes. Algo que hoy solo asoma como una triste quimera.

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