Baradit: “La verdadera revolución no es el Gobierno de Boric, es la Convención que va a cambiar las reglas del juego”

En conversación con LaRed.cl, el convencional se refiere a diversos temas que han marcado las semanas más importantes -y también polémicas- del proceso constituyente, como las razones que motivaron su salida del Colectivo Socialista; la confusión ciudadana respecto a los mecanismos de la Convención; la renuncia de la directora de Comunicaciones; el poco apoyo del actual Gobierno y las expectativas que genera el entrante. También abordó el ajustado cronograma que tienen para redactar la nueva Carta Magna, el papel que ha desempeñado la derecha y la intervención del Poder Judicial en la discusión constitucional.

Por: Miguel Fabia

Jorge Baradit se ve algo cansado. “Estamos trabajando y sacándonos la mugre 24/7, literalmente, no es un lema”, asegura. 

Cerca de las 13:31 de la tarde aparece ante la pantalla. Pero antes de iniciar la entrevista, su encargada de comunicaciones advierte que el escritor y convencional sólo tiene tiempo “hasta las 14:00, máximo”, o de lo contrario se perdería su almuerzo. Tristemente, se lo perdió: la conversación se extendió hasta casi las 15:00 horas. 

Un alargue más que atendible, considerando que la Convención Constitucional vive momentos claves y, por tanto, hay un mar de asuntos en los que vale la pena sumergirse. 

Por ejemplo: la polémica renuncia de la directora de Comunicaciones de la Convención, la periodista Lorena Penjean, quien acusó que no existe voluntad de los convencionales para desplegar una estrategia comunicacional acorde a este desafío histórico; o también el grito en el cielo de otros poderes del Estado, como el Poder Judicial, producto de normas que han sido presentadas en las comisiones y que les afecta directamente. O incluso el ajustado tiempo que tienen para deliberar y votar las más de 900 normas ingresadas por constituyentes y las 78 propuestas ciudadanas que superaron las 15 mil firmas. La pregunta es, ¿alcanzarán a redactar la propuesta de nueva Constitución antes del 4 de julio, fecha en la que termina el plazo legal?

No han sido días fáciles en el ex Congreso. Tampoco lo han sido para Jorge Baradit: hace una semana decidió renunciar al Colectivo Socialista, entre otras cosas, porque terminaron “coordinándose y votando en conjunto con la ultraderecha”. Frente a esto, señaló: “me pareció mal que lo hicieran. Hay líneas rojas que uno no cruza”.

En conversación con LaRed.cl, el convencional por el distrito 10 se refirió a este conflicto y a muchos otros temas más. Y si bien la entrevista le costó su hora de almuerzo, al menos se le vio satisfecho en este espacio intentando enfriar y digerir este plato caliente que por estos días parece ser la Convención. 

Eso sí, antes de comenzar por el plato de fondo, quisimos abrir el apetito partiendo con dos preguntas sencillas y generales que, sin duda, despiertan el interés ciudadano. 

¿La mejora del sistema de pensiones dependerá de la nueva Constitución o del futuro Gobierno de Gabriel Boric?

Son dos cosas que marchan por caminos separados, pero que tienen que converger en el futuro. La Convención se preocupa de cómo va a ser el país en los próximos años, mientras que el problema de pensiones es un tema actual, y la gente no puede esperar todos los años que el progreso demore. El Gobierno de Gabriel Boric va a tener que tomar medidas para aumentar las pensiones, las que son miserables, y también para la administración de los fondos en el corto plazo. Pero por supuesto que la Convención está conversando sobre cómo debería enfrentarse el tema de las pensiones a futuro. Hay que considerar que las bajas pensiones fueron unos de los grandes temas durante el estallido social. 

Y el agua, ¿va a pertenecer finalmente a los chilenos?

Uno de los grandes temas es el agua, por varias razones. Primero, porque somos el único país que la tiene privatizada en el mundo; y segundo, porque efectivamente en el corto plazo se va a convertir en un elemento estratégico que ya no va a estar a libre disposición, puesto que el agua dejó de pensarse como un recurso inagotable. El agua es un elemento que va a estar cada vez más ausente en nuestros territorios y requiere ser protegida de manera distinta. Yo creo que hay un consenso bastante generalizado en que el agua va a regresar a ser un bien de uso público y que el Estado va a tener una injerencia mucho mayor en la administración de las concesiones.

Un pingüino en el Caribe: la salida del Colectivo Socialista

¿Por qué Jorge Baradit renunció al Colectivo Socialista?

Es súper simple: yo vine a defender una posición ideológica, unas convicciones de izquierda, y si al interior de ese colectivo no se estaban defendiendo esas ideas, sino otras diferentes, el que estaba equivocado estando ahí era yo. Es decir, si hay un pingüino en el Caribe, el problema no lo tiene el Caribe, sino el pingüino. 

Usted señaló en un comunicado que su salida responde a “profundas diferencias con la orientación y la posición política que ha ido tomando el Colectivo”. ¿Dónde entonces están ubicados los Socialistas? ¿Dejaron de ser un colectivo de izquierda?

Esa respuesta la tiene que buscar la gente. Ellos pueden ver las votaciones, las declaraciones y con quienes han sido las alianzas. Soy yo el que no comparte esas líneas de trabajo y, por tanto, el que se tiene que ir soy yo. A lo mejor ellos están en lo correcto, no sé. El punto es que ya era insostenible continuar en ese barco. 

En su “Bitácora Constituyente” usted argumentó que no le pareció correcto que los socialistas “terminaran coordinándose y votando en conjunto con la ultraderecha”. A su juicio, ¿el colectivo traicionó los valores socialistas?

Me pareció mal que lo hicieran. Hay líneas rojas que uno no cruza. Pero hay otras personas que consideran que sí se puede cruzar. Y en esa discrepancia, uno tiene que tomar su posición nada más. 

Usted ha tenido diferencias con la coordinación del Colectivo Socialista. Pero a su vez, el propio Colectivo Socialista ha tenido diferencias con el resto de las agrupaciones de izquierda. La prueba más reciente fue la elección por la presidencia de la Convención. Por tanto, no hay una izquierda, sino muchas. ¿Cómo entonces podrán formar acuerdos para alcanzar los 2/3 necesarios (103 votos) para aprobar normas constitucionales?

Que haya distintos grupos de izquierda no significa que esté fragmentada en un sentido negativo. Hay distintas visiones de izquierda. La izquierda en Chile nunca ha sido una: existe el PC, ahora el Frente Amplio, el Colectivo Socialista y otros grupos más o menos radicales. La pregunta clave es, ¿vamos a poder coordinarnos para alcanzar los 2/3? Yo creo que estamos obligados a hacerlo. Porque si vinimos a la Convención a no coordinarnos, significa que no entendemos nada. Nosotros estamos en conversaciones con Independientes No Neutrales, con el PC, con Movimientos Sociales. Y quiero comentarle a la gente que las discrepancias, las discusiones e incluso las peleas son normales, lo que no significa que esto no siga en curso. Es importante que la ciudadanía sepa que todos nosotros dentro de la Convención también lo tenemos clarísimo: tenemos que ponernos de acuerdo y nos vamos a poner de acuerdo. Pero mientras ocurre eso, nos vamos a agarrar de las mechas. Eso va a ocurrir, porque tenemos posiciones distintas. 

Confusión ciudadana: ¿crisis comunicacional?

Muchas personas piensan que normas como “Cárcel para Piñera” o un sistema parlamentario unicameral ya fueron escritas en la nueva Constitución, cuando en realidad aún no se ha votado nada. ¿A qué atribuye esta confusión en la ciudadanía? ¿La Convención tiene una crisis comunicacional? ¿O sectores de la ultraderecha han levantado una estrategia de desinformación?

La Convención no es una organización que pueda recaudar recursos. Todo lo administra la Secretaría General de la Presidencia. Ellos tienen el dinero, ellos pagan. La Convención no podría pagar ni siquiera un aviso por Facebook. Segundo, efectivamente hay una contracampaña de la ultraderecha: hay un sector del Rechazo no menor que tiene diarios, consorcios periodísticos y radiales a lo largo del país que no quieren que esto funcione. Pero también la Convención ha tenido falencias. Ayer renunció Lorena Penjean (ex directora de Comunicaciones de la CC) haciendo críticas súper atendibles. Porque este no es un proceso corporativo, es decir, no es una pirámide donde haya una cabeza que emite el comunicado oficial. Acá todos, los 154 (convencionales) pueden emitir su opinión. Y es ahí donde todo se enreda. Por eso Lorena, en parte, se volvió loca. ¿Cómo organizaba todo este “piño” de opiniones distintas que salían a dar conferencias de prensa por su cuenta? Entonces no es fácil, es un proceso inédito. Y tengo la impresión de que no hay profesionales preparados para manejar esta cantidad ingente de información y donde no hay una sóla boca que esté hablando. Entonces todo suma a que no haya claridad con lo que está ocurriendo. Pero yo creo que lo más importante es el abandono y la orfandad a la que la Convención ha estado condenada por el Gobierno. Nosotros podríamos tener pequeñas cápsulas de 30 segundos en TV explicando lo que es una norma o diciendo “esto es una iniciativa popular”, y tendríamos el medio más potente del país al servicio de la Convención para informar. Y eso permitiría que hoy no haya personas pensando que ya se aprobó la eliminación de la propiedad privada o que va a haber una escuela única para todo el país y que nadie va a poder ser libre para elegir los colegios de sus hijos. Por ahora son sólo propuestas.  

¿Piensa que esto va a cambiar con el próximo Gobierno de Gabriel Boric?

No tengo dudas. Gabriel Boric primero visita La Moneda, y su segunda visita oficial como Presidente electo es a la Convención; ese gesto es decidor. Además, hay algo que él tiene súper claro: Boric va a estar constreñido con la Constitución del 80. Él no va a poder realizar cambios transformadores, profundos, bajo esa Constitución. Él tiene claro, y todos deberíamos tener claro, que la verdadera revolución transformadora de Chile no es el Gobierno de Gabriel Boric, es la Convención Constitucional que va a cambiar las reglas del juego. El gran logro de su Gobierno va a ser sacar adelante la Convención. Por eso que Giorgio Jackson está a cargo ahora de ella y estamos seguros de que vamos a contar con el apoyo del Gobierno para todas las falencias a las que hemos estado abandonados. 

En su carta de renuncia a la dirección de la Secretaría de Comunicaciones de la Convención, Lorena Penjean acusó que no existe ni la cohesión interna ni la voluntad de los convencionales para desplegar una estrategia comunicacional acorde a la magnitud del desafío. ¿Acaso la comunicación no ha sido una prioridad para esta Convención?

Aquí hay varias posibilidades. Y una de las posibilidades es que Lorena se encontró con una animal que requiere de otra manera de manejar. Quizá no necesitamos “una” estrategia comunicacional. Hay que dar por hecho que cada convencional es su propio vocero porque defiende a un distrito. Son como los diputados: nadie podría pretender que la Cámara de Diputados pauteara a todos los diputados en lo que dicen o no dicen. Quizás enfrentarlo de esa manera fue un error. Quizás todavía no llega el profesional capaz de ordenar esto, sin desmerecer el tremendo trabajo que hizo Lorena. Lo que sí sé es que la mesa (directiva) puso todo de su parte para que se ordenara la comunicación. Mi opinión es que estamos lejos de tener todavía una estrategia comunicacional acorde a este desafío. Pero la discrepancia que tengo (con Penjean) es que no es por la falta de colaboración, sino por la falta de una estrategia comunicacional adecuada para organizar a convencionales que no tienen por qué quedarse callados ni tienen por qué esperar una orden para decir lo que quieren decir. 

El tiempo apremia 

Teniendo en cuenta las más de 900 propuestas ingresadas por convencionales y las 78 ingresadas por la ciudadanía que aún deben ser votadas en el pleno, ¿suscribe a la idea de solicitar una extensión del plazo para redactar el texto constitucional?

Nosotros estamos acá para cumplir un plazo. Lo que no consideró el grupo de políticos que diseñó el plan para la Convención -que dijo “esto se va a demorar un año y chao”, considerando que otras Constituciones se han demorado 2 o 3 años- fueron cuestiones que sí eran relevantes, como el trabajo territorial, el de comisiones y el de participación para darle legitimidad al proceso. Y claro, eso toma recursos, tiempo y energía. Yo creo que estamos todos enfocados en terminar el 4 de julio. Es muy probable que lo consigamos. Quizás necesitemos alguna forma de prórroga, pero nada que supere el 2022. Si llegase a ocurrir, tendría que ser una extensión hasta octubre para realizar el plebiscito en diciembre. Pero nosotros estamos todos concentrados en terminar el 4 de julio y estamos trabajando y sacándonos la mugre 24/7, literalmente, no es un lema. No tenemos fines de semana, nuestras reuniones pueden comenzar a las 7:00 de la mañana y terminar a las 23:00 y 00:00 de la noche sin ningún problema. Espero que la ciudadanía tenga la tranquilidad de que los convencionales estamos dejando el cuero en esto, enfocados en terminar el 4 de julio para entregar esta Constitución que los chilenos están esperando.

Su compañero de Comisión de Principios, Agustín Squella, afirmó que sería una “mala señal” para la ciudadanía pedir una prórroga del plazo, ya que -a su juicio- se perdió mucho tiempo en “debates inconducentes” sobre asuntos que no le correspondían a la Convención, como la discusión por los 2/3 y los plebiscitos dirimentes. ¿Comparte esta reflexión?

No comparto para nada las apreciaciones de Agustín. Quizás por su edad, por su educación, por su cultura como académico, no encuentre que sea tan relevante la participación ciudadana. De hecho insiste en que “menos territorio y más escritorio”. Es su opinión, pero las personas en general votaron por lo contrario: votaron para que se discutieran los 2/3, los plebiscitos dirimentes y el trabajo territorial, y muchas de esas medidas ganaron. La opinión de Agustín es minoritaria, no es representativa. Además, discrepo (de Squella) porque tampoco lo he visto en esas discusiones, ni trabajando territorialmente ni vinculándose con su comunidad, como sí lo hace el resto. Él es un académico que entró a escribir su norma, pero la Convención es muchísimo más que eso. Por último hay que aclararle algo a Agustín: la Convención no está atrasada ni un minuto en su cronograma. 

El rol de la derecha 

¿Cómo evalúa el papel de la derecha en la Convención? 

Hay claramente un grupo que está por mantener la Constitución del 80, favorecer el Rechazo, y en algunos casos incluso sabotear la Convención, como muy bien lo dijo Bernardo de la Maza (ex miembro de Vamos por Chile) cuando renunció al colectivo. Hoy día la situación es distinta. Hay un grupo de convencionales de derecha -no menor- que está instalando una discusión bastante más racional. Se están abriendo, por ejemplo, a discutir sobre un Estado plurinacional: nosotros escuchamos en la Comisión a personas (de derecha) convencidas de que los pueblos originarios tienen que tener formas de autonomía. Convencidas, también, de que Chile debe ser un Estado social de derecho, lo que significa un giro de 180 grados con respecto a la Constitución del 80. Entonces tenemos cierta tranquilidad de que hay una derecha que está buscando acuerdos. Lo que no quita que haya una extrema derecha que continúa en la lógica del sabotaje. 

No obstante, algunos convencionales de derecha han lamentado que sus normas no se han aprobado por el sólo hecho de provenir de ese sector. ¿Hay voluntad por parte de la izquierda para buscar acuerdos con la derecha?

Hay una realidad: la Convención va a aprobar las normas de la Constitución por 2/3. Eso se votó. Yo quería 3/5, pero la mayoría decidió 2/3. Y eso significa que tenemos que buscar acuerdos, lo que va a redundar en una Constitución que va a abarcar a muchos más colectivos políticos, incluido al de la derecha. Por lo menos en mi Comisión, hemos aprobado normas de Principios de la derecha sin ningún problema, una derecha constructiva que está en línea con lo que la gente salió a pedir a la calle con ese ¡80% que pidió una nueva Constitución transformadora! No revolucionaria ni refundacional, sino transformadora. 

Hablemos ahora de la ultraderecha, pero la que está fuera de la Convención. Resulta que esos grupos ya están organizando marchas del Rechazo para los próximos fines de semana. ¿Considera que la opción Rechazo está tomando cada vez más fuerza?

No tengo información al respecto. Lo que están haciendo es organizarse y me parece bien. Yo creo que el tiempo de la violencia para conseguir objetivos políticos, pasó. Hoy día estamos desarrollando una labor política en paz e institucional, y esto es lo que Chile votó. Cuando el pueblo de Chile votó 80% vs. 20%, aunque muchos lo detesten, lo que hizo fue validar el acuerdo del 15 de noviembre. Entonces se acabó el proceso insurreccional, la gente optó por un proceso institucional, donde las cuestiones se solucionan al interior de la Convención, conversando. Lo que no quita que afuera haya personas que se puedan manifestar. Lo que no pueden hacer -creo yo- es hacerlo con violencia, de ningún lado. Así que si ellos se manifiestan tranquilamente por el Rechazo, están en absoluta libertad. Lo que yo no creo es que esa opción esté creciendo o decreciendo, porque no hay datos. Seguramente, la ultraderecha junto a su líder, José Antonio Kast, van a encabezar eso, pero están en su derecho. 

El Líbero -un medio vinculado con la derecha- publicó un reportaje que ponía en duda la seguridad de los datos de las personas que se registraron en la plataforma de la Convención para apoyar una iniciativa popular de norma. Esa plataforma fue gestada por la Universidad de Chile y usted fue uno de los principales impulsores. ¿Piensa que fue un reportaje malintencionado?

El Líbero es un medio de comunicación y no un medio periodístico. Un medio periodístico es un medio de comunicación, pero no todos los medios de comunicación son un medio periodístico. El Líbero es lo que se denomina como un panfleto: un documento que defiende una posición específica, que ya ni siquiera tiene línea editorial. Y es un medio -como otros- que está contratado por la ultraderecha para comunicar, calumniar, mentir derechamente. En este caso estuvieron 3 semanas detrás de mí, tratando de sacarme una cuña, porque ellos querían instalar la duda justamente sobre la seguridad de los datos y que yo tendría algo que ver con eso. La respuesta la di en la Comisión de Participación frente a convencionales de derecha que colaboraron con ese reportaje. Lo que les dije fue nítido: el reglamento decía que la plataforma digital la tenía que desarrollar la Secretaría (de Participación Popular), pero la Secretaría se instalaría en noviembre pasado. Cuando leí eso casi me dio un paro cardiaco: porque una plataforma no es algo que se hace en una semana. Entonces yo comencé en agosto a juntar a la U. de Chile, la U. Católica, la Usach y organismos de la sociedad civil para conversar sobre cómo debía ser esta plataforma. Tuvimos reuniones con esos profesionales después de sus trabajos, hasta las 9:00 de la noche, en el Palacio Pereira o por Zoom, dos o tres veces a la semana, tratando de levantar la plataforma silenciosamente, sin aspavientos. Y logramos, finalmente, tener la plataforma lista en noviembre. Pero esto no tiene que ver conmigo. Esto es muy importante: la plataforma y los datos son administrados por la U. de Chile. Entonces mi respuesta frente a la duda de los datos fue: la institución educacional más prestigiosa del país es la que está ¡custodiando! los datos de todos los chilenos. Y a esos datos no tiene acceso nadie, muchos menos los convencionales. Y cuando la U. de Chile entregue la maleta con los datos a la Convención, el compromiso legal que tienen ellos (no de palabra, legal) es destruir la relación entre los datos y las personas. Yo creo que la gente de El Líbero y algunos convencionales no pueden creer que muchas instituciones y chilenos hayan trabajado para regalarle esto a la Convención sin ningún beneficio a cambio. 

Participación ciudadana

Siguiendo con la plataforma, ¿el hecho de que más de un millón de personas hayan participado en las propuestas populares derriba la idea de que la sociedad no está interesada en la Convención?

Absolutamente. Fue una de las grandes apuestas que hizo la Convención. Imagínate que no hubiera participado nadie, imagínate la legitimidad que toma el proceso: hubiera significado que nadie está interesado en el proceso ni en participar. Algunos decían que incluso se corría un riesgo aún mayor para las personas como yo que estamos impulsando una democracia participativa, es decir, que los ciudadanos puedan proponer y derogar leyes, revocar mandatos; todo eso se iba al tacho. Pero estamos muy felices de haber convocado a más de un millón de personas. 

Sin embargo, ¿qué le parece que la propuesta más votada sea “Con mi plata NO”, y la tercera sea “Cannabis a la Constitución ahora”?

Lo primero que la gente tiene que entender es que, así como “Será Ley” por el aborto o “Cárcel para Piñera”, los títulos no entraban a la juguera de la admisibilidad. Todas esas normas fueron declaradas admisibles en virtud de su texto articulado constitucional. Me parece que el hecho de que la primera más votada sea “Con mi plata NO”, responde a una confusión que se ha instalado y que es entendible. Si hay algo que la gente no está teniendo es plata, producto de la pandemia, de la crisis, del mal manejo del Gobierno. Y la única plata que sienten que ellos tienen es la plata que han ahorrado en las AFP. Entonces se ha instalado algo que Boric se cansó de desmentir: que no se van a tocar los fondos previsionales. Lo que no quita que a futuro se instale un sistema de pensiones donde la plata que tú vas a tener asignada no es tuya porque viene desde muchos lugares. Pero la plata que la gente ha ahorrado hasta hoy, sigue siendo de ellos. Y las otras iniciativas, bueno, pueden ser las más descabelladas y locas, pero no es eso lo importante, sino que son expresiones de la comunidad que van a entrar en la Convención a ser puestas a prueba. Esto es importante que la gente sepa: que alguien ingrese una norma sobre la Cannabis que tenga 40 mil apoyos no significa que va a terminar escrita en la Constitución. Lo que gana es el derecho a ser discutida, nada más. Y lo más probable es que ninguna norma, ni la de los constituyentes ni las populares, va a llegar tal cual a la discusión en el pleno, porque van a ver indicaciones. Será un gran trabajo colectivo donde va a desaparecer el autor y va a terminar en una síntesis escrita por todas y todos.

A propósito de “síntesis”… Si bien fueron miles las propuestas ingresadas, muchas de ellas eran similares unas con otras. Por ejemplo, se presentaron 5 propuestas para refundar Carabineros y ninguna por sí sola superó las 15 mil firmas. Sin embargo, entre todas ellas sumaban 20 mil. ¿Cree que faltó algún mecanismo para fundir o aunar propuestas que fuesen similares?

Esa conversación la tuvimos en la Comisión de Participación, y hubo personas que estuvieron a favor de fundir, justamente para que los votos no se dispersaran y las propuestas pudieran llegar a término. Pero esto tiene que ver con las libertades. Por ejemplo, si se ingresan 3 normas parecidas, ¿por qué alguien dentro de la Convención podría tomarse la atribución de fundir esas tres normas y plantear una propuesta única? Cualquiera de los tres autores podría decir: “oye, yo quiero que mi norma continúe, no me importa si los votos se dispersan”. Entonces no teníamos la autoridad, el mandato ni la legitimidad para hacer algo así. Lo que podía ocurrir y que nos hubiese gustado, era que las personas que están proponiendo propuestas similares se pusieran en contacto, las hubieran fundido y la hubieran vuelto a presentar. Es algo que no ocurrió, y yo creo que tiene que ver con una falta de cultura política en un país al que se le ha olvidado dialogar. 

Pero la propuesta sobre refundar Carabineros, ¿ha sido ingresada por algún convencional? De ser así, ¿tiene algún futuro dentro de la Convención?

Todo está en discusión. Hay muchas propuestas sobre cuestiones bien dramáticas. Por ejemplo, eliminar la minería, terminar con la explotación arbórea. Lo que tenemos que entender es que son visiones que existen en el país, hay personas que piensan así. Lo que no significa que eso vaya a llegar a término. En cuanto a la refundación a Carabineros, hay muchos convencionales -entre los que me incluyo- que piensan que es conveniente refundar la policía, pero que no es conveniente que sea una “policía nacional” porque se convierte en una fuerza que puede dar golpes de Estado, que puede presionar al gobierno. Hay muchas ideas al respecto y esas ideas ya se verán. No hay que dramatizar de antemano. Como dijo (Daniel) Matamala: “que no panda el cúnico”. 

Primeros cacareos 

¿Por qué considera que se habla tan poco respecto a otras normas que también han sido aprobadas en las comisiones, como un Estado plurinacional, paridad en los cargos públicos o incluso la que usted formuló junto a otros convencionales, la cual consagra el derecho a voto para los mayores de 16 años tanto en Chile como en el extranjero?

Los que cacarean son los que tienen que ver con poder económico, militar o judicial. Son los poderes que tienen orgánica y que pueden reclamar, que tienen la capacidad de levantar la voz y tener un vocero y salir en la prensa. Cuando hay una orgánica con poder detrás, por supuesto que tiene más repercusión. Los niños mayores de 16 años no tienen una orgánica y no pueden ni celebrar ni alegar. Los que hacen más ruido son los que tienen los petardos. Y el poder económico es el que más grita, y los poderes constituidos también. La Cámara Alta, ni hablar. Pero es obvio que van a gritar, si están siendo afectados directamente. Es normal. 

En esa línea, ¿cómo califica la reacción de la Corte Suprema ante la propuesta que busca limitar la duración de los jueces? 

Preferiría que los poderes constituidos intervinieran lo menos posible. Pero si emiten una opinión, no hay problema. Lo que no puede haber es presión indebida. Si hay un juez, por ejemplo, que pertenece a un partido político y ese juez llama al partido, y luego el partido llama a sus convencionales; ahí ya estamos hablando de otra cosa. Por eso es que la gente no quería que hubiera partidos políticos en la Convención. A mí lo que me preocupa es lo que no se ve, como este tipo de presiones internas, que no me constan, pero que pudiese haber. Pero si sólo opinan, está bien, están en su derecho. 

Fotos: Flickr/Shutterstock