Club de la Unión, icónico lugar de encuentro de la aristocracia chilena, lleva meses sin pagar sueldos a sus trabajadores

En marzo de 2020 el club comunicó que iban a cerrar hasta fin de mes por la pandemia del coronavirus pero que los sueldos se iban a seguir pagando, algo que no ocurrió ya que solo recibieron la primera quincena del mes. Tras una huelga en septiembre del año pasado el club se comprometió a pagar los sueldos impagos y regularizar la situación de los trabajadores. Sin embargo, desde el sindicato señalan que eso no se cumplió y hoy el directorio les está ofreciendo finiquitar sus contratos pagando solo el 50% de las indemnizaciones. “Hay compañeros que tienen 45 años de antigüedad”, dice un trabajador que relata que muchos han tenido que buscar otros trabajos esporádicos para llevar el sustento a sus familias.

“Aquí no pueden haber obreros porque aquí todos son empleados domésticos”, fue la defensa del Club de la Unión cuando en 1966 el abogado Jorge Blas quiso crear el primer sindicato en uno de los clubes más aristocráticos y conservadores de Chile, donde se dan cita algunas de los referentes de la elite criolla desde finales del siglo XIX.

Blas perdió en el juzgado y hasta en la Corte de Apelaciones, por lo que llevó el caso hasta la Corte Suprema, donde finalmente ganó, pese a que el presidente del máximo tribunal del país era Ramiro Méndez, también presidente del Club de la Unión, además de profesor del propio Blas.

“Aquí existen los apellidos más rimbombantes y representativos de la elite social y del poder económico de Chile. Eso no le quepa ninguna duda, ahí está concentrado. Hasta Pinochet aparece en la lista de socios”, dice el abogado explicando el perfil de personas que se reúnen en el palacio ubicado en la Alameda con Banderas.

Pese ser símbolo de la aristocracia chilena y donde se reúnen algunas de las fortunas más grandes del país, desde hace meses que los trabajadores del lugar no reciben sus sueldos ni pueden volver a sus lugares de trabajo.

Esto porque el 18 de marzo de 2020 el club les comunicó a sus trabajadores que el club se cerraba hasta el 30 de marzo producto de la pandemia del coronavirus. Según cuentan los empleados y el propio abogado del sindicato, desde el club les señalaron que no debían preocuparse porque se les iba a pagar el sueldo completo, algo que no pasó, ya que les quedaron debiendo la segunda quincena.

“De ahí para adelante nunca más existió para los trabajadores. Nunca más los llamaron, nunca más los apoyaron”, dice el abogado del sindicato en conversación con La Red.cl.

En abril de 2020 los trabajadores se acogieron a la Ley de Protección del Empleo, sin embargo, cerca del 25% no pudo porque el club no los había registrado en el seguro de cesantía, requisito fundamental para acogerse al beneficio estatal.

En septiembre del año pasado el sindicato N°2 inició una huelga por los sueldos, cotizaciones y bonos impagos por parte del club y llevaron el caso hasta la justicia.

La movilización se depuso el 26 de octubre de ese año luego de que las partes llegaran a un acuerdo donde el club se comprometía a pagar los sueldos impagos y regularizar la situación de los trabajadores. Sin embargo, desde el sindicato señalan que eso finalmente no se cumplió.

“Se les adeuda los sueldos de octubre, noviembre, diciembre y enero, o sea, van a ser cuatro meses, más el bono de septiembre y el bono de diciembre que está en el contrato colectivo. Ellos dicen que no lo van a cancelar y no corresponde, si la Ley de Protección del Empleo terminó en septiembre”, dice Ricardo Baeza, presidente el Sindicato N°2 que reunía a cerca de 50 trabajadores.

Desde ese momento el club comenzó a llamar individualmente a los trabajadores para intentar llegar a un acuerdo donde se les ofrecía terminar con sus contratos pagándoles el 50% de la indemnización, pasando por encima del sindicato y el contrato colectivo.

“Hay compañeros que tienen 45 años de antigüedad”, dice Cristian Núñez, maestro de cocina que lleva más de una década trabajando en el club.

Cuenta que debido a esta situación, donde no han podido recibir sueldos, pese a seguir contratados, sus compañeros tal como él han debido trabajar en lo que sea. “Algunos están preparando almuerzos, otros compañeros cuidando autos, otros compañeros haciendo pan y otras cosas por ahí”.

Debido a esto mismo, muchos trabajadores han aceptado que se les pague la mitad de la indemnización, ya que además, quienes quieren o pueden ser contratados por otra empresa, deben mostrar el finiquito.

“Es un juego dialéctico que utilizan muchos empleadores, desde luego también el Club de la Unión, o sea, yo no lo estoy despidiendo en este momento, pero tampoco le estoy dando trabajo. Es una manera de ejercer fuerza moral”, afirma el abogado del sindicato.

Blas señala que en 1946 la cabeza del club en ese entonces, Gustavo Ross Santa María, inventó un subterfugio y creó la sociedad Unión Inmobiliaria. “Según la justificación que dio fue para evitar que algún gobierno extremista expropiaría el patrimonio del Club de la Unión. Desde entonces es propietaria de todo lo que era del Club de la Unión”.

“El Club de la Unión es actualmente una persona jurídica en calidad de interdicta, porque no tiene nada. Solo tiene el Club de la Unión que recibe a sus socios, que a su vez para ser socio hay que comprar acciones de Unión Inmobiliaria”, señala Blas.

En tribunales el abogado busca obtener la unidad económica de las dos empresas, ya que con el patrimonio que tiene Unidad Inmobiliaria sería la única posibilidad de los trabajadores de defenderse y respaldar sus indemnizaciones.

“La Unión Inmobiliaria se rige por su junta de accionistas y el Club de la Unión se rige por la asamblea de socios y resulta que los accionistas de la Unión Inmobiliaria son socios del Club de la Unión, y los socios del Club de la Unión son accionistas de unión inmobiliaria”, dice el abogado.

La situación de muchos trabajadores es crítica, ya que son el único sustento de su familia y hoy pese a que tienen contrato deben buscar otros trabajos esporádicos para sustentar a sus familias.

Este escenario ha obligado a muchos a aceptar la propuesta del club de pagar solo el 50% de las indemnizaciones. Desde el sindicato señalan que uno de los argumentos del directorio es que el club en cualquier momento puede irse a quiebra.

“Los más ricos no quieren que se les suba los impuestos, los más ricos no quieren entregar el mar que se les entregó a siete familias y así sucesivamente. Este es el ejemplo material, donde se concentra los titulares de la mayor riqueza de Chile y al lado de ellos los trabajadores más dramáticamente vivientes en este momento”, dice Blas, para explicar cómo uno de los clubes más exclusivos de Chile y donde un almuerzo para los socios puede superar fácil los $13.000, no tenga dinero para pagar los sueldos.

Desde el sindicato afirman que hay trabajadores que están con depresión por la situación crítica en la que se encuentran, mientras otros han terminado aceptando lo que le ofrece el directorio, por lo que en la actualidad hay solo una treintena de empleados que no han llegado a acuerdo.

Blas retrata la relación y dinámica que se da al interior del club entre los trabajadores y algunos socios. Algunos creen, según señala el abogado, “que solo por ser socios del club o accionistas de Unión Inmobiliaria, obtienen ipso facto la calidad de condes o un título nobiliario que los ubica prácticamente en un feudo”.

“Actúan de la misma manera, con esa arrogancia, como si fueran no solo dueños de su entorno sino que también dueños de aquellos que forman parte de su servidumbre”, señala.

Como abogado del sindicato, cuenta que le ha tocado recibir muchos comentarios y quejas, pero esta misma relación con los socios les impide ser franco o hacer denuncias.

La Red.cl se puso en contacto con Pedro Toledo, Administrador General del club, quien señaló que no realizará comentarios respecto a estos temas por “consideración a la privacidad de sus trabajadores”.

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