En criticada cadena nacional, Piñera despidió su gobierno sin pedir perdón por las violaciones a los DD.HH.

En un discurso sin autocrítica y buscando instalar la idea de una gestión resiliente que superó las dificultades que enfrentó, el presidente incluso recordó en dos oportunidades el terremoto de 2010 y el rescate de los mineros. Pese a los múltiples informes internacionales que lo acreditan y a la gran cantidad de muertos y heridos, el mandatario saliente no reconoció la violencia de Estado perpetrada en la revuelta y aseguró que “siempre buscamos el camino del diálogo”.

A las 21:30 de la noche de este miércoles, el presidente Sebastián Piñera interrumpió las emisiones de los canales de televisión con un mensaje en cadena nacional para despedir su segundo gobierno.

Y a poco más de un día de terminar su mandato, las palabras finales de Piñera estuvieron lejos de ser una reflexión autocrítica sobre los críticos momentos que enfrentó su administración.

Por el contrario, el mandatario buscó enmarcar sus cuatro años bajo la perspectiva de las dificultades para gobernar que tuvo el Ejecutivo y cómo pese a eso, según su visión, logró entregar un país con “una economía ordenada”, con un mercado laboral en recuperación tras la recesión y con la pandemia controlada.

Para reforzar su idea de una gestión resiliente, durante su discurso el mandatario incluso recordó en dos oportunidades la reconstrucción del país tras el terremoto de 2010 y el rescate de los mineros atrapados en la mina San José.

Sin embargo, a más de dos años del estallido social, Piñera culmina su periodo sin pedir perdón por las violaciones a los derechos humanas perpetradas por su gobierno durante la revuelta.

Aún cuando múltiples informes internacionales acreditaron la violencia de Estado cometida en la revuelta, y con más de 30 personas muertas y cientos de mutilados que recibieron perdigones en sus ojos, el presidente no reconoció la responsabilidad de su gobierno.

Según Piñera, durante el estallido, que él calificó como “la ola irracional de violencia destructiva que se expandió por todo nuestro territorio”, se buscó “siempre compatibilizar el orden público y la seguridad ciudadana con el respeto a las libertades y los derechos humanos de todos”.

“Es importante recordar que, en ese tiempo, no contábamos con Fuerzas de Orden con la preparación y contingente adecuado y necesario para la magnitud de esta grave y sorpresiva violencia. Y, además, con el paso de los días quedó en evidencia la histórica fragilidad del Estado en materia de inteligencia”, dijo también el presidente, justificando solapadamente el actuar de las fuerzas policiales.

Piñera también se atribuyó el mérito por el proceso que inició el país para cambiar la Constitución de la dictadura, asegurando que “la crisis política la encauzamos dentro del marco de la Constitución y el Estado de Derecho”.

“Siempre rechazamos y combatimos los caminos de la violencia, el anarquismo y el caos que algunos intentaban imponer; y, en cambio, siempre buscamos el camino del diálogo, la colaboración y los acuerdos”, agregó, omitiendo la violencia que sufrió la población en las calles antes, e incluso después de concretarse el acuerdo por la nueva Constitución.

Los emplazamientos a la Convención y las críticas al discurso

Sobre el final de la cadena nacional, Piñera también aprovechó de abordar el trabajo de la Convención Constitucional y hacer una serie de emplazamientos a los constituyentes.

“Me preocupa el excesivo afán refundacional e identitario de amplios sectores de la Convención Constitucional. Chile no nace con esta Convención, Chile tiene una historia y nuestra Nación es mucho más que la suma de sus partes”, afirmó el presidente antes de cuestionar iniciativas como la que reforma el Poder Judicial o la que elimina el Senado.

Las palabras de Piñera generaron múltiples críticas de reconocidas figuras públicas en redes sociales. La analista política Marta Lagos consideró que el discurso “es brutal evidencia que aún no conoce bien el país que ha gobernado”.

En esa misma línea, la diputada electa Emilia Schneider (Comunes) lo calificó como un “discurso egocéntrico, sin autocrítica y el miedo como política. Este es el legado del gobierno de Piñera”. Por su parte, el senador electo Iván Flores (DC) cuestionó los dichos del presidente sobre una “implacable obstrucción” de la oposición.

El doctor en derecho Claudio Nash planteó que con Piñera se vivió “la mayor crisis de derechos humanos desde el fin de la dictadura” y remarcó que habrá “una generación de jóvenes que vivirán con el trauma del daño ocular usado como un arma de castigo a la protesta social”; mientras que el publicista Cristian Leporati calificó la cadena nacional como “el último gustito del presidente”.

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