Enemigo íntimo: El rol del PS en la Convención y su negocio para aterrizar en el gobierno de Boric

Mientras que en el gobierno que asumirá el 11 de marzo el Frente Amplio y el Partido Socialista se muestran unidos, no ocurre lo mismo en el órgano redactor, lo que quedó de manifiesto cuando perdieron el control de la mesa directiva. La razón está muy lejos de la épica mostrada comunicacionalmente y tendría relación con no haber negociado con los convencionales como sí se hizo con los cargos en el gabinete. La Convención es el eslabón que Boric no ha logrado ordenar y que a futuro le puede explotar en la cara.

Por Felipe Avendaño

Una de las frases que quedó para el recuerdo de la bochornosa noche de la fallida inscripción de las primarias de la centroizquierda, fue la del presidente del Partido Socialista, Álvaro Elizalde, quien afirmó que “no se humilla al partido de Salvador Allende”, luego que se cayera el acuerdo con el Frente Amplio y el Partido Comunista.

Seis meses después, el mismo Elizalde fue el primero en darle el apoyo “sin negociaciones” a Gabriel Boric, luego de que José Antonio Kast ganara en la primera vuelta de las elecciones presidenciales.

La posibilidad real de que la extrema derecha llegara al poder puso a todos en alerta, lo que obligó a dejar de lado las diferencias y olvidar las críticas que no hace mucho el propio Boric hacía a los partidos de la ex Concertación vinculados a las platas políticas.

Así lo entendieron muchos al ver que la misma noche del 21 de noviembre Elizalde se cuadraba con el candidato de Apruebo Dignidad, antes que la Democracia Cristiana, la que pidió un tiempo de reflexión para tomar una decisión.

El apoyo que recibió la candidatura de Boric por parte de figuras del PS, como fue el de Michelle Bachelet, también se vio como un salvavidas para los partidos de la ex Concertación, quienes antes de la primera vuelta se estaban quedando abajo de la mesa.

Sin embargo, las razones de Elizalde para entregar el apoyo a Boric no solo tenían que ver con impedir que Kast llegara a La Moneda, sino que con pugnas al interior del Partido Socialista.

Una fuente que supo de las negociaciones durante esos días afirma que la premura de Elizalde por entregar el apoyo a Boric fue para evitar que los acuerdos los llevara el sector cercano a Mahmud Aleuy, ex subsecretario del Interior en el segundo mandato de Bachelet y figura gravitante dentro del Partido Socialista.

Estas negociaciones rompen con la épica que mostró la candidatura de segunda vuelta del abanderado del Frente Amplio, ya que mientras en los medios se habla de avanzar para derrotar al fascismo y las viejas prácticas de la política, en la interna se negociaban ministerios, subsecretarías y todos los cargos que debía llenar el futuro gobierno. Todo, por supuesto, a cambio de los votos necesarios para llegar a La Moneda.

No obstante, tras el triunfo en segunda vuelta y pese a que ya se sabía que figuras de la ex Concertación integrarían el futuro gobierno frenteamplista, los nombres del PS que finalmente llegaron al gabinete y a las subsecretarías tenían el sello de Aleuy, dando a entender que el derrotado había sido Elizalde.

A Carlos Montes y Maya Fernández, que fueron confirmados en el Ministerio de la Vivienda y en el de Defensa, respectivamente, se sumaron Manuel Monsalve como subsecretario del Interior, Miguel Crispi, en la Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo (SUBDERE) y Eduardo Vergara como subsecretario de Prevención del Delito.

Cabe recordar que tanto Monsalve como Fernández, fueron claves para levantar la disidencia al interior del partido en 2019 para quitarle poder a Elizalde.

Como adelantó Interferencia.cl, el primero fue compañero de Aleuy en la “Nueva Izquierda” del PS. En el caso de Crispi, su madre, Claudia Serrano, fue ministra del Trabajo y Subdere en el segundo gobierno de Bachelet.

En el caso de Vergara, hizo dupla con Lucía Dammert, cercana a Aleuy, quien fue la jefa de sus asesores cuando estuvo en el gobierno de Bachelet.

Pese a que Aleuy fue uno de los responsables políticos de la Operación Huracán, lo cierto es que tiene vasto manejo político y herramientas que Boric entiende son necesarias para hacer frente a una oposición y Parlamento en contra, crisis económica y lograr que la Convención Constitucional llegue a buen puerto.

Además, el Frente Amplio no tiene la misma presencia en regiones como la que tiene en Santiago, ni los militantes suficientes para llenar todos los puestos en Seremis y jefes de servicios. Es por ello que la incorporación del Partido Socialista es clave para lograr ese propósito.

“El peor error de Boric fue haberse metido en las aguas socialistas. El PS es un partido que ya no es gobernable, no tiene disciplina, no hay cómo comprárselo. Nadie garantiza orden”, dice una fuente que conoce la interna del partido presidido por Elizalde.

El diputado socialista, Jaime Naranjo tiene una visión más moderada de la relación PS-FA, donde deben “establecer confianzas” pero que se irá dando con el tiempo.

“El Frente Amplio surge como una fuerza que pretende reemplazar al Partido Socialista y yo creo que eso es un error de ellos”, agrega.

Según Naranjo, el Frente Amplio tiene que transformarse en una fuerza que no busque sustituir a otra. “Tiene que buscar cómo trabajar coordinadamente con otras fuerzas políticas y creo que es un aprendizaje que les va a ir llegando”.

“Nosotros nunca lo hemos visto como una amenaza, pero creo que cada día esa intención de ellos se ha ido diluyendo y se van dando cuenta que nos necesitan para coordinar y trabajar”, complementa.

En esa línea, el convencional Jorge Baradit (ex Colectivo Socialista), se refiere al acuerdo PS-FA como una “reconciliación con el padre”.

“Muchos dicen que el Frente Amplio mató al padre. Yo creo que fue todo lo contrario, se reconcilió con el padre. Se reconcilió con el PS. Los frenteamplistas son todos hijos de antiguos concertacionistas”, señala.

Aguas separadas en la Convención Constitucional

Mientras en la configuración del gobierno de Boric, el Frente Amplio y el Partido Socialista se muestran unidos, no ocurre lo mismo en la Convención Constitucional. Así quedó de manifiesto en la elección de la mesa directiva del órgano redactor, donde no pudieron llegar a acuerdo y finalmente salió elegida María Elisa Quinteros como presidenta y Gaspar Domínguez como vicepresidente.

“Parecía que en el centro estaba Independiente No Neutrales, el Colectivo Socialista y el Frente Amplio llevando el buque, pero eso funcionó hasta la elección de la mesa. Ahí lo que dinamitó esta relación fue la caída de la candidatura del Colectivo Socialista”, señala Baradit.

Según el convencional -quien se retiró el Colectivo Socialista-, la derrota en la elección de la mesa provocó que “el Frente Amplio mirara a la izquierda. El Colectivo Socialista escuchó la solicitud de Renovación Nacional, de la UDI, de llevar en conjunto otra candidatura que fue Patricio Fernández”.

“Ahí se generó una división que ha costado volver a cerrar”, agrega Baradit.

Pero el nudo al interior de la Convención tendría relación con lo mismo que ocurre afuera con el Partido Socialista y que trae a la memoria la frase de Elizalde sobre que “no se humilla al partido de Salvador Allende”.

“Lo que pasa es que tienen esta especie de orgullo y de soberbia de pertenecer a un partido grande histórico y no pueden ser el arroz. Tienen que buscar su posición de poder, tienen que lograr poder”, explica una fuente al interior de la Convención.

La misma fuente define al Colectivo Socialista como un “club de poder” que tiene una leve inclinación a la izquierda.

“Es un club o como le han dicho una agencia de empleo con una vaga inclinación a la izquierda”, señala.

El hecho de que el presidente electo no haya podido ordenar al FA y al PS para no soltar la mesa directiva, tendría relación con que no se negoció con los convencionales.

Con esto, Boric habría cometido un error político porque hay constituyentes que “no están logrando cobrar por caja”, es decir, independientes que no vienen de las cúpulas políticas y que en julio se quedan “sin pega”.

Cabe recordar que por ley, los convencionales no pueden ejercer un cargo público por los próximos dos años. Sin embargo, eso no ocurre con cargos como jefes de servicio, como por ejemplo, el Sernac.

Este punto es clave para entender el desorden que hay al interior de la izquierda en la Convención y una de las razones de que el Frente Amplio y el PS van por aguas separadas.

Esta división se puede ver en que mientras un grupo apoya un Congreso Unicameral, el otro va por el bicameralismo.

“Los militantes saben que van a ser militantes por 40 años y con las personas que negocien hoy día se van a encontrar mañana, en dos años, en 10 años más, entonces tienen protocolos, cuando se acuerdan cosas se respeta. Los independientes entraron a matar o morir, porque saben que tienen un año”, dice una fuente.

Es ahí donde entra el Congreso bicameral. “El Partido Socialista vota a favor del bicameralismo. ¿Qué crees que hay ahí? La llamada de un senador”, dice la fuente, refiriéndose a que desde el Poder Legislativo estarían negociando con independientes que se quedarán sin trabajo al disolverse el órgano redactor.

“Esa es la política. Creer que íbamos a entrar a una ronda de San Miguel a velar por el futuro prístino de la sociedad es ser ingenuo”, dice un convencional.

Esa también sería la razón de que, pese a que están contra el tiempo para redactar la nueva Constitución, hay un sector que se rehúsa a extender el plazo a tres meses más.

El hecho de que quieran terminar de redactar sin pedir prórroga, además de evitarse el bochorno, es que saben que como partidos políticos “en el Congreso van a terminar de llenar esos hoyos”.

“Pero eso no pasa con los independientes. Para ellos es ahora o nunca. Por eso están llanos a aumentar el plazo a 3 meses”, asegura una fuente.

No haber negociado con los convencionales independientes es el eslabón que Boric no ha logrado ordenar, lo que a futuro le puede explotar en la cara.

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