A días de conocerse el nuevo gabinete Giorgio Jackson es opacado por la destreza de Izkia Siches

Giorgio Jackson, mano derecha del Presidente electo, no está dispuesto a asumir el cargo de ministro del Interior, pues considera que implica un alto costo político. El líder de RD quiere seguir creciendo en política, para llegar incluso algún día a competir por el sillón presidencial. Aceptar la cartera del Interior sería hipotecar esa aspiración. Pero hay otra razón. En caso de asumir como jefe del comité político, tendría que lidiar y competir con quien será a todas luces la próxima vocera de Gobierno: Izkia Siches. Ambas figuras, pertenecientes al círculo de hierro de Boric, no han forjado una buena relación. Todo se resume a una sóla cuestión: la lucha por el poder. De momento, esa disputa la está ganando la doctora, mientras Jackson, desde el tercer piso de La Moneda chica, contempla irritado cómo pierde el protagonismo en el comando. 

Por: Miguel Fabia

Cada mañana, a eso de las 8:30 horas, Giorgio Jackson atraviesa a pie Avenida Condell, en Providencia, sin escoltas que resguarden su seguridad, luciendo una chaqueta de tela, a veces usando un gorro, y pensando, seguramente, en aquel dilema que lo acecha desde hace varias semanas. Se trata de una decisión trascendental que definirá buena parte de su futuro político: ¿ser o no ministro del Interior en el Gobierno del próximo Presidente de la República, pero también amigo personal, Gabriel Boric?

El diputado y líder de Revolución Democrática (RD) camina en dirección hacia el Instituto de Estudios Internacionales (IEI) de la Universidad de Chile, un recinto prestado por la casa de estudios y desde donde hoy opera el comando del Mandatario electo, a la espera del próximo 11 de marzo, cuando reciba la banda presidencial a manos de Sebastián Piñera. Por esta razón, el lugar ha sido bautizado como “La Moneda chica”. 

Jackson ingresa a la casona que —en la actualidad— está permanentemente rodeada de periodistas alertas ante algún dato sabroso que se filtre del interior, así como también de adherentes al futuro Mandatario, ilusionados con saludarlo, con tomarse una foto junto a él o incluso entregarle un obsequio. Ya puertas adentro, el edificio de 720 metros cuadrados destaca por mantenerse iluminado por la luz natural gracias a imponentes mamparas que permiten el ingreso de los rayos del sol. A esa hora de la mañana, ya se encuentra una persona trabajando: Izkia Siches, la primera en llegar y la última en irse. Jackson, por su parte, cruza el pasillo de madera y sube la escalera hasta el tercer piso, donde se encuentra su oficina, justo al lado de la terraza. 

Aún hay mucho trabajo por resolver, pero la principal preocupación sigue siendo una: la conformación del gabinete. Nombres van, propuestas vienen. Uno de los cargos sobre el cual se tiene menos claridad es el de ministro del Interior. Hace algunas semanas, al menos, ese pedestal parecía estar ya reservado de manera inapelable para la mano derecha del Presidente electo. El problema, sin embargo, es el propio Giorgio Jackson, quien se niega a asumir el cargo. 

El tiempo apremia y la presión aumenta, porque el comando ya se comprometió a revelar los nombres que integrarán el gabinete presidencial el próximo 20 de enero. El ingeniero civil industrial parecía ser la figura natural para encabezar la cartera del Interior y transformarse así en el jefe del comité político. Pero lo concreto es que, incluso antes de que Gabriel Boric se impusiera con comodidad frente a José Antonio Kast en el balotaje presidencial del pasado 19 de diciembre, Jackson le habría comunicado al diputado magallánico sobre sus reservas respecto a asumir dicho ministerio. Por contraparte, le habría manifestado su deseo de liderar el “segundo piso” de La Moneda, lugar desde donde trabajan los asesores del Presidente. ¿Por qué?

Jackson no desea estar sometido al escrutinio público. Y el cargo de Secretario de Estado en Interior conlleva justamente una alta exposición política, principalmente porque es el responsable del orden y la seguridad dentro del país, uno de los mayores desafíos que deberá enfrentar el próximo Gobierno. 

¿Cómo lidiará el futuro ministro del Interior con la violencia que se desate en posibles protestas? ¿Cómo afrontará las manifestaciones en Plaza Dignidad? ¿Aplicará la fuerza legítima del Estado y el rigor de la ley ¿Cuál será la orden que recibirá Carabineros? Preguntas como estas giran en torno al otrora líder estudiantil durante las marchas de 2011. Esta encrucijada, incluso, es un conflicto latente dentro del pacto de Apruebo Dignidad: ¿el Partido Comunista (PC) se alineará con las decisiones que provengan de Interior? 

Lo cierto es que Jackson prefiere replegarse, refugiarse entre cuatro paredes. Esto deja en evidencia las motivaciones que movilizan al hombre de confianza de Boric: no quiere arriesgarse en un puesto que implica asumir costos políticos; no quiere quemarse porque no está dispuesto a poner en riesgo su carrera política en el largo plazo. Dicho de otro modo, los intereses mediante los cuales opera el parlamentario de RD responden al beneficio personal por sobre el beneficio del Gobierno. Por ello, Jackson se aferra al poder que ha cosechado, es su tesoro más preciado. A fin de cuentas, su trayectoria meteórica ha estado caracterizada por el éxito: en menos de 10 años, pasó de ser el presidente de la Confederación de Estudiantes de la Universidad Católica (Feuc) a convertirse dos veces en diputado. 

Además, el nacido en Viña del Mar sabe que aún no ha alcanzado su techo en política. Porque, seamos claros: la única razón por la cual él no fue el candidato presidencial del Frente Amplio fue porque no cumplía con la edad legal para postularse. En su defecto, salió al frente Gabriel Boric. Pero en el fondo, Jackson sabía que el oriundo de Punta Arenas tenía pocas posibilidades de triunfar en las primarias de Apruebo Dignidad frente a la competitiva carta del PC, Daniel Jadue. Después de todo, Boric reunió las 34 mil firmas necesarias para inscribir su candidatura ante el Servel sólo un día antes de que terminara el plazo legal, y luego, semanas más tarde, las encuestas lo situaban lejos de la victoria. El plan de Jackson entonces —de acuerdo a fuentes cercanas— era levantar una candidatura meramente testimonial, cuyo objetivo central era mantener vigente al Frente Amplio en la escena política. En ese contexto, Boric era una especie de chivo expiatorio, un sacrificio necesario. Y al igual que Beatriz Sánchez, el parlamentario por Magallanes también habría quedado descartado para representar al Frente Amplio en las próximas presidenciales. En consecuencia, al fin le tocaría a él —a Jackson— asumir ese desafío. Pero, contra todo pronóstico, Boric arrasó en las primarias de Apruebo Dignidad y el resto ya es historia. 

Seguramente, sigue intacto el deseo de Giorgio de competir por el sillón presidencial. Pero aquella aspiración se vería truncada en caso de no sumar réditos políticos en los próximos cuatro años. En esa línea, la cartera del Interior asoma como un campo minado en el horizonte de Jackson. 

Sin embargo, esta no sería la única razón por la que el ex dirigente de la Universidad Católica impone resistencia frente a la posibilidad de asumir como jefe del comité político en el gabinete. 

A la sombra de Izkia 

El ritmo al interior de La Moneda chica es frenético: las puertas se abren y se cierran a cada instante, dando paso a miembros del comando que buscan afinar detalles de cara al cambio de mando del próximo 11 de marzo. También, ingresan personalidades que militan por fuera de las fronteras de Apruebo Dignidad, quienes llegan hasta Av. Condell 249 para negociar junto a Gabriel Boric algún puesto en el futuro Gobierno. Sin embargo, las riendas de la casona están en manos de una sóla persona: Izkia Siches. 

Ante las cámaras, la ex presidenta del Colegio Médico cautiva a las masas a través de su voz dulce y sus palabras conciliadoras. Sin embargo, su personalidad puertas adentro de la casona es otra: miembros del comando afirman que los tiene a “todos cortitos”, razón por la cual fue bautizada como “la jefa”. Y es que Siches se desenvuelve por las dependencias de la U. de Chile con desparpajo y autoridad, toma decisiones respecto a los equipos programáticos y, lo más importante, es quien hoy por hoy tiene mayor influencia sobre las decisiones del Mandatario electo.

El liderazgo de la doctora Siches ha sacado ronchas al interior del comando, principalmente en Jackson, quien hasta hace algunas semanas gozaba de ese sitial. En efecto, las dos figuras de mayor confianza de Gabriel Boric no se llevan nada bien. Ambas personalidades han protagonizado roces a causa de visiones opuestas respecto a la conducción del futuro Gobierno. En particular, Siches se niega a que el equipo del Presidente electo funcione como una suerte de cofradía gobernada por los peces gordos del Frente Amplio. 

Las desaveniencias son cada vez más evidentes y ya se forman bandos. Uno de los tachados de la lista de Siches sería el diputado Gonzalo Winter (CS), quien se habría sumado al bando de Jackson para contrarrestar el terreno conquistado por la doctora, con el propósito de recuperar el poder al interior del futuro gobierno. 

Ahora bien, ¿quién podría contradecir las palabras de Izkia, considerando que ella fue la principal responsable del notable crecimiento de Boric durante la segunda vuelta, hecho que le permitió al magallánico erigirse con holgura como el próximo Presidente de la República?

Los negativos resultados de la primera vuelta —período durante el cual Jackson tenía el mando absoluto— obligaron a Boric a incorporar a nuevos rostros a la campaña que le permitieran llevar su mensaje más allá de los límites de Apruebo Dignidad. Fue en ese contexto que surgió la posibilidad de Izkia Siches, hasta entonces uno de los liderazgos más reconocidos y creíbles del país producto de su gestión durante la pandemia al mando del Colegio Médico. 

La doctora se unió al comando nada menos que como jefa de campaña. De ahí en más, Siches, mujer joven e independiente, por medio de vocerías claras y directas, y subrayando conceptos claves como la “esperanza”, le dio un nuevo aire a una candidatura que sembraba más dudas que certezas; en parte, a causa de la campaña del terror levantada por la derecha, pero también por declaraciones desafortunadas de un equipo poco avezado en el juego político. Mención aparte que recorrió una amplia extensión del país ciudad por ciudad en una intensa y agotadora campaña donde incluso sumó a su pequeña hija con las más absoluta convicción.

A todo ello se le debe sumar el espectacular despliegue territorial protagonizado por Siches, quien, cargando su bebé sobre los brazos, recorrió en sólo 12 días un total de 14 regiones, esto es 4.432 km. del país, con el propósito de convencer a la gran mayoría de los chilenos de que Gabriel Boric era la mejor alternativa para dirigir la presidencia de la República. Los resultados de la llamada “Ruta de la Esperanza” fueron contundentes: Boric se impuso en 11 de las 16 regiones del país. 

Así, Siches se coronó como la figura más potente del círculo de hierro de Gabriel Boric, y en consecuencia, Giorgio Jackson perdió protagonismo: la irrupción de Siches mermó su hegemonía al interior del bloque. 

Los primeros roces entre ambos se habrían producido cuando se discutía el cargo que ocuparía la doctora en el gabinete. En el comando afirman que Jackson la postuló como ministra de Salud a raíz de su gran desempeño en la lucha contra el Covid-19 mientras dirigía el Colmed. Desde una perspectiva apresurada, la propuesta tiene sentido. Sin embargo, lo que Jackson omite —o quizás, le conviene omitir— es que las habilidades políticas de la ex jefa de campaña de Boric le permiten de sobra asumir un rol más político, razón por la cual la situó en una cartera de corte más técnico, como lo es el Minsal. No obstante, y a pesar de las intenciones de Jackson, todas las fuentes internas del conglomerado indican que la fórmula ministerial que presentará Gabriel Boric en los próximos días contemplará a Izkia Siches como flamante vocera de Gobierno. 

¿Cómo entonces Giorgio Jackson podría liderar un comité político que también estará compuesto por Izkia Siches, con quien no ha sintonizado del todo y, más aún, es alguien que demostró tanto o más destreza política que él durante el período de campaña? 

En ese escenario, el ingeniero de la UC prefiere ahorrarse problemas y no aceptar el puesto en Interior. Pero, ¿qué pasaría si el desempeño de Siches como vocera de Gobierno resulta impecable y digno de aplausos? Naturalmente, ¿no sería ella entonces la próxima candidata presidencial del sector, considerando que además ya cuenta con un importante respaldo de la población? De ser así, los cálculos políticos de Giorgio Jackson se irían —una vez más— al tacho de la basura.