Hijo de detenido y muerto en Dictadura: “la vida de ellos no valía más que la de mi papá y la de los familiares que aún esperan justicia”

Saturnino Galdames hoy tiene 65 años y relata lo que ha sido vivir esperando justicia por la muerte de su padre detenido, torturado y muerto en una Comisaría de Petorca. A pesar de los años, la causa que llevan los Tribunales aún no tiene condena. Con esperanza en el nuevo Gobierno de Gabriel Boric espera que se de una solución final a los casos que se encuentran en la Corte Suprema y de esta forma su madre de 83 años pueda descansar en los últimos años que le quedan de vida.

Por: Marcela Mellado

“Yo no se si la vida de ellos valía más que la de mi papá y que la de los familiares que aun esperan un poco de justicia”. Así comienza el testimonio de Saturnino Galdames (65) haciendo referencia a las condenas e indemnizaciones entregadas a familias de líderes políticos iconos de la dictadura

Saturnino, quien también fue detenido y torturado en el 73′ se casó y tiene 3 hijos, sus sentimientos se sustentan en que “la gente que somos común y corriente no tenemos el mismo trato” y nombra a la familia Allende, Letelier, Bachelet como ejemplos de las diferencias que existen en reparación y justicia en comparación con, quienes como él, aún esperan que la Corte Suprema dicte condena en los casos de sus familiares, y sobre todo “que se reconozca quienes fueron los que atentaron contra la vida de mi padre, aunque no vayan a la cárcel, pero que se reconozca y así mi madre puede irse tranquila”.

Saturnino señala que “el valor de la vida y la muerte de ellos, tiene mucho más valor que la de un poblador” agregando que “el Estado les pagó mucho dinero, lo que nunca ha sucedido con el resto de las personas porque ellos tienen privilegios” y expresa que lo más triste es que “hay gente que se está muriendo sin saber donde están los cuerpos de sus hijos”.

Estado cómplice

Señala que para quienes aun se encuentran sin justicia y reparación es muy difícil perdonar “uno no puede perdonar si ningún Gobierno ha hecho nada por la gente, al pueblo no le han hecho nada, en las peores condiciones de vida han quedado familias enteras”.

Saturnino fue reconocido como prisionero político por la Ley Valech y le fue otorgada una pensión, pero denuncia que “hay personas que no han recibido nada del Estado, porque no se han encontrado los cuerpos y si no se encuentran no se puede acreditar por muerto”

El padre de familia, manifiesta la complicidad del Estado “el Estado de Chile es cómplice y como siempre ha estado gobernado por una casta de privilegiados nunca han hecho nada, incluyendo a Lagos y a Bachelet”., endureciéndose su voz.

Historia

Saturnino expresa su dolor “las imágenes no se olvidan, la falta de tener un padre, la necesidad de tenerlo contigo, fue duro”

El padre de quien relata este testimonio era Orlando Galdames Rojas, tenía 41 años cuando fue detenido y era regidor del Partido Comunista en la comuna de Petorca. Al momento del Golpe de Estado fue perseguido y detenido el 6 de octubre de 1973, siendo trasladado a la Comisaría de la comuna nortina. Antes de que el padre de Saturnino fuera detenido, la madre fue llevada y también torturada “la llevaron para saber el paradero de mi papá, ella vio y escuchó lo que le hicieron”., relata y se le quiebra la voz.

Saturnino continúa “a mi padre lo mataron por ser miembro del Partido Comunista” . Yo tenía 17 años cuando ocurrieron estos hechos. “Yo era miembro del partido también, estudiaba en Valparaíso cuando comenzó el paro de camioneros, entonces volví donde mis papás, luego me fui a la casa de unos familiares a Recoleta, porque me andaban buscando y querían que les diera información, sin embargo, en la casa de mis familiares alcancé a estar 3 días porque llegaron los carabineros a buscarme y tenían la casa rodeada, me detuvieron ahí”

Saturnino, se emociona y prefiere no hablar sobre lo que le hicieron a él y a otras personas en el mes que estuvo detenido en el Estadio Nacional. Recuerda que lo dejaron en el sector de camarines custodiado por militares e indica que cuando iban a interrogarlos los llevaban al Hipódromo del aquel entonces centro de detención y torturas, entonces, solo manifiesta que en esos momentos les vendaban los ojos…

“Todavía tengo miedo”

“Cuando salí de la penitenciaría, que fue donde estuve después del Estadio Nacional, tuve que tener rehabilitación sicológica, y para poder reinsertarme mis familiares me incluyeron como minero pirquinero en Petorca, luego me radiqué en el norte por miedo”, dice Saturnino.

Agrega que el apoyo de su señora, sus hijos y amigos ha sido fundamental “había que darle para adelante, porque no se podía hacer otra cosa”

Saturnino Galdames confiesa “todavía tengo miedo” y explica que para él, el fascismo nunca se ha ido “ha quedado demostrado en las candidaturas presidenciales, era cosa de escuchar al candidato como defendía a los que están presos por violaciones a los Derechos Humanos” y agrega “todavía se pueden perder vidas”.

Esperanza en Boric

“Yo tenía 14 años cuando salió Allende, lo conocí cuando se reunió con los estudiantes secundarios y estuve en la tercera fila, para mi era el mejor presidente que el país podía tener” recuerda, y dice “con Boric me sucedió lo mismo, si tuviera que salir a la calle a defender sus ideas lo haría. Tengo mucha esperanza, él representa los sueños de la gente, lo veo comprometido con lo social”.

Saturnino cree que Boric está abriendo las grandes alamedas “al pueblo común, a la clase media de la que siempre se han aprovechado y nunca reciben nada. Los jóvenes lo ven como parte de ellos, las mujeres adultas lo ven como un hijo”., reflexiona.

El testimonio de Saturnino finaliza con un dejo de esperanza “a mi me gustaría y creo que sería el sueño de muchos, que se diera una solución final a tantos casos que están archivados en la Corte Suprema. Que digan que fueron condenados, aunque no vayan a la cárcel pero que se reconozca que estás personas fueron quienes cometieron violaciones a los derechos humanos, aunque sea que aparezcan en un listado”. agregando con dolor: Y que se haga justicia, eso quiero.