El extraño apodo con el que Carlos III se refería a Meghan Markle
¡Nuevo apodo revelado! La relación entre Meghan Markle y la familia real no es la mejor del mundo, y eso es algo bien sabido por el público en general. Sin embargo, las cosas no siempre fueron así, es más, hubo una época en la que las cosas parecían ir como un verdadero “cuento de hadas” y el extraño apodo con el que el rey Carlos se refería a Meghan lo confirma.
Desde que Meghan Markle se unió al príncipe Harry, su vida ha estado llena de altibajos, pero también de una atención mediática que no ha hecho más que aumentar con el tiempo. La ex actriz, no ha dejado indiferente a nadie, y sus decisiones han sido objeto de constantes comentarios. No es de sorprender que, como parte de la constante exposición mediática a la que se ha visto sometida, Meghan haya sido apodada en más de una ocasión con términos que buscan reflejar ciertos aspectos de su personalidad, a veces de manera irónica y otras, abiertamente, despectiva. “Me-Gain”, “La Duquesa Difícil” y “MeMeMeghan” son algunos de los apodos más populares que se han creado en torno a su figura. Pero hay un apodo que ha llamado la atención del público y este involucra al monarca inglés.
Recientemente, un nuevo detalle sobre la relación entre el rey Carlos III y Meghan ha salido a la luz, revelando el intrigante apodo que el soberano solía utilizar para dirigirse a la duquesa de Sussex: “Tungsten”. Este nombre, hace referencia a un metal precioso conocido por su extrema dureza, podría sorprender a muchos, ya que generalmente se asocia con la fuerza y la resistencia. Sin embargo, lejos de ser un término despectivo o crítico, parece que Carlos III lo utilizaba con un matiz de admiración y afecto hacia Meghan. Según una fuente cercana al Palacio, el rey siempre ha valorado la firmeza de carácter de Meghan, considerándola una figura de gran fortaleza, no solo para ella misma, sino también para su hijo, el príncipe Harry.
El uso del término “Tungsten” por parte de Carlos III no hace sino resaltar el tipo de relación que ha existido entre ellos, más allá de los titulares que con frecuencia enfocan en los conflictos familiares o las tensiones públicas. A pesar de la imagen que a veces se proyecta de Meghan como una figura que rompe con las tradiciones reales, el rey parece haber reconocido en ella una fortaleza que es precisamente lo que Harry necesitaba para enfrentar las presiones de la vida pública.
Dentro de los muros del Palacio, los apodos privados son una tradición que data de generaciones y generaciones de la familia real. Este curioso hábito no está reservado únicamente para los miembros más cercanos, sino que también se extiende a sus amigos y personas de confianza, quienes se ven inmersos en esta peculiar costumbre. Meghan, aunque inicialmente ajena a estos códigos internos, rápidamente se adaptó a este mundo de sobrenombres, que le otorgaron una nueva dimensión dentro del círculo real.
Aunque en el mundo público todos la conocemos como Meghan Markle, la duquesa de Sussex tiene un nombre de pila que muchos desconocen: Rachel. Curiosamente, Meghan prefirió utilizar su segundo nombre, “Meg”.
Es bien sabido que la familia real británica tiene una larga tradición de apodos internos. Isabel II, por ejemplo, tenía su propio conjunto de apodos dentro de la familia, y lo mismo ocurrió con el príncipe William y Kate Middleton. No es raro que los miembros de la realeza, cuando no están bajo los ojos del público, se dirijan entre ellos con nombres afectivos o divertidos, diseñados para aliviar la rigidez de los protocolos y acercar las relaciones.